El señor Procurador de la Nación, Alejandro Ordoñez, el más católico de los católicos, al que las misas solo le sirven en Latín; el que vetó a la población LGTBI y manda a las mujeres a las labores del siglo XVI, le salió un serio problema: el nuevo Pontífice de la Iglesia Católica.
Como ya es evidente el nuevo Pontífice es un hombre que a sus setenta y pico de años ha resultado mucho más conectado con el mundo de hoy, que la mayoría de los hombres maduros y unos cuantos jóvenes del planeta. Hasta ahí, se puede suponer que no hay contradicción con el señor Ordoñez. Sin embargo, la última salida del Papa Francisco si lo debe tener en una verdadera encrucijada del alma, cuando no, con una furia inmensa que contrasta con la felicidad de todos aquellos que creemos que nos ganamos la lotería del tigre con su nombramiento y reelección.
Ha dicho Su Santidad Francisco: ¿Quién soy yo para juzgar a los gays? ¿Se imaginan lo que habrá sentido nuestro religiosísimo Procurador General de la Nación quien no ha hecho más que estigmatizar a este sector de la población? Para ponerlo en palabras simples, el nuevo Papa de la iglesia católica le quitó el piso a este señor que se cree dueño de la fe católica. Ahora sí vale decir que Ordoñez resultó más papista que el Papa.
Pero el otro tema en el que su Santidad lo deja muy mal es en el de la austeridad. Aunque en su llamado a no tener lujos se refería a los sacerdotes, a este señor por la alta posición que ocupa, le cae este guante y si no se ha dado cuenta, es mejor que lo haga si quiere seguir presumiendo del más católico de los católicos. Su despliegue de lujos absurdos, de fiestas de su familia que ahora entró al superficial Jet Set bogotano, de donde saldrán tan pronto él esté en el asfalto, no tienen nada que ver con los llamados del Papa Francisco a los dirigentes a todo nivel. La prioridad son los pobres, la gente humilde, la austeridad, el ejemplo.
Por eso es absolutamente pertinente preguntarle al señor Procurador General de la Nación que va a ser cuando su gran jefe espiritual resulta tan distinto a lo que el predica y ejecuta basado en los supuestos mandatos de la religión que el profesa con profunda convicción y devoción. Se le va a modernizar la Iglesia Católica cuando a él, lo que le gusta y ejerce es la Iglesia de la Inquisición. Como diríamos en la Región Caribe, tronco de problema en el que está metido el Procurador. O pelea con el Papa Francisco lo cual es impensable, o revisa sus planteamientos, lo cual parece imposible o simplemente renuncia a su posición, lo que le vendría muy bien a los millones de progresistas, de mujeres, de gays, que no se lo resisten y que lo consideran un peligro para el avance de esta sociedad.
Este punto está como para alquilar balcón y como también dice un adagio popular muy pertinente: Amanecerá y veremos. Suerte señor Procurador porque nos gusta este Nuevo Pontífice de la Iglesia y solo estamos esperando sus pronunciamientos sobre la equidad de género para rendirnos a sus pies. Y sobre todo para tratar de seguir su ejemplo.