Javier Solís Angulo estuvo en la Policía en Neiva por veinte años. Regularmente, se le veía en reuniones, en actos sociales y en un momento hizo parte de la banda de la Policía de la capital del Huila. No había acto público de la Policía del Huila a donde Javier Solís Angulo no llegara. Se le veía como un hombre alegre, tranquilo, descomplicado, “de esos agentes de la institución que saludan a todo el mundo”, recuerdan algunos ex compañeros.
Solís hacía parte de la banda papayera de la Policía en Neiva. Tocaba los platillos y en ocasiones la caja. Cuando no tenía actos públicos, Solís desempeñaba funciones en la Policía Comunitaria, o en los barrios, aseando calles, en programas de niñez, mujeres, jornadas lúdicas y deportivas, de payasos, mimos, etc.
Se le vio también en desfiles folclóricos del San Pedro, en celebraciones de periodísticas, y en actos de bienestar social de la Policía Nacional. Daba la imagen de un hombre tranquilo, sereno. Quizá era imposible pensar que pudiera atentar contra la vida de alguien.
Sin embargo, la Policía Metropolitana de Neiva- la misma institución que lo pensionó hace poco tiempo- lo señala de ser el hombre que asesinó a Ana Lucía Llanos, su compañera sentimental, la estilista profesional de 39 años que apareció muerta en la mañana del lunes en su propia casa ubicada en la Carrera 24 con calle 40 del barrio Villa Laurel, Comuna Dos de Neiva.
Él- según algunos testimonios obtenidos por LA NACIÓN- estaba desesperado, enamorado, celoso, y ya la había amenazado en repetidas ocasiones. Por su parte, familiares y amigos de Lucía Llanos, la recuerdan como una mujer trabajadora y responsable que luchaba por sacar adelante sus hijos. Mientras tanto, el ex policía que aparentaba ser un hombre pacífico sigue huyendo de las autoridades a las que un día perteneció.