La Nación
COLUMNISTAS

Superar el día a día

Tener un mal día puede afectarnos demasiado.  Iniciamos la mañana con ánimo, tranquilos y de pronto, hay algo sucede y nos arruina el resto del día. ¡Es lo peor que nos puede suceder! Especialmente si esto ocurre iniciando la semana. Pero aunque resulta casi imposible quitarnos el mal sabor de boca de un mal día, existen ciertas cosas que pueden ayudarnos a continuar nuestras vidas sin preocupaciones, ni amarguras innecesarias.

Para iniciar debemos ser conscientes que el día, dura sólo 24 horas y luego se termina. Por más que haya iniciado mal el día o que durante las primeras horas de la jornada laboral, todo parezca venirse a pique, hemos de comprender que en cuestión de horas, será momento de ir a reunirnos con nuestros seres queridos, descansar, dormir, afrontar un nuevo día con mayor positivismo y la convicción que el día siguiente, será mucho mejor.

Pensar que un mal día no tiene por qué repetirse, ni que debe convertirse en la fórmula de cada día, nos ayuda a entender que el hoy es diferente al ayer, que el ayer es diferente a mañana y que en la vida nunca ocurren dos cosas, exactamente igual.

Debemos evitar culpar a personas que no tienen ninguna responsabilidad de lo sucedido. Echar la culpa a otros por el mal día que tenemos, genera conflictos interpersonales, rompe vínculos afectivos, nos distancia de las personas que queremos o apreciamos, sintiéndonos al final peor de lo que estábamos, especialmente cuando nos damos cuenta que éste, es un estado transitorio.

Recordar momentos agradables, ocuparnos de nuestra familia, llamar a esa persona que por diversas razones hemos tenido olvidada, ir de compras, al salón de belleza, reunirnos con alguien de confianza y compartir nuestros sentimientos con alguien, contribuyen a nuestro bienestar.

La habilidad que tengamos para mantener nuestra paz mental, nuestra capacidad de concentración, aceptación, comprensión y tolerancia hacia los errores de los demás, en el entendido que son tan imperfectos como nosotros, nos permite conectarnos con nuestro entorno, con las personas que nos rodean, hacer una interpretación más objetiva de los hechos y de la realidad, generando en nosotros un estado de felicidad.

Tenemos el deber de vivir una buena vida, encontrar un significado a nuestra existencia, aprender a superar las dificultades u obstáculos que el día a día nos presenta, por nuestra salud física y mental, por la felicidad de quienes amamos y en especial, por nuestra salud emocional y felicidad.