Germán Palomo García
Pareciera que fuerzas que se resisten al llamado a la paz o que, erróneamente, piensan que cometer actos terroristas los fortalece en los diálogos de paz, han decidido recrudecer los hechos de violencia, en este caso, en Barranquilla y la zona rural del departamento de Bolívar señalando a miembros de la policía como objetivo militar lo que ha llenado de luto a esta institución y al país. Ya desde la firma de los acuerdos de paz con las FARC, hoy oficializados como partido político, se habían aumentado los hechos de violencia por bandas criminales organizadas comúnmente identificadas como delincuencia común lo que se interpretó como un traslado de la violencia rural a la urbana. Sin embargo, es claro que los hechos criminales se han sofisticado como el asesinato, también en Barranquilla, de un colombiano que venía siendo seguido desde un banco donde había retirado dinero. Dos motociclistas se le atravesaron obligándolo a parar facilitando que sus compinches lo atracaran y finalmente lo eliminaran. Hechos similares como el presentado en el exclusivo barrio Rosales en Bogotá, han obligado al alcalde Peñalosa a establecer restricciones al tránsito de parrilleros en moto que generó fuertes reacciones de los motociclistas y que hoy han logrado suspender las decisiones al respecto. Hago referencia a estas lamentables situaciones para decir que las proyecciones económicas para este 2018, mejores que los resultados del 2017 pero insuficientes para consolidar el mejoramiento esperado, están en la cuerda floja por cuenta de esta escalada terrorista. El comercio, que viene de años difíciles, es el primero en resentirse y necesitado de mejores resultados se aleja de mejores tiempos. Los inversionistas, en semejante escenario, no vienen y los recursos que el país necesita se desvían a otros horizontes.
Como un bálsamo, la Junta Directiva del Banco de la República en su primera reunión del año decidió bajar la tasa de interés de referencia de 4.75% a 4.5%, 25 puntos básicos. Vale decir que esta reducción no se esperaba pues el mismo banco emisor había mencionado que ya la etapa de adaptación de la economía, especialmente a los niveles de inflación, había terminado. Sin embargo, la volatilidad del dólar y la imprevista apreciación del peso, el aumento de los precios del petróleo que mejora las proyecciones fiscales y esta grave situación de orden público, además que, lo dijo el propio ministro de hacienda, la banca aumentó los intereses en Enero, se confabulan contra la esperanza de un mejor ritmo económico en este 2018. Ojalá que pronto venga la destorcida.