La Nación
COLUMNISTAS

Un claro matoneo

La última vez que Claro me forzó a dedicarle una columna fue cuando me tuvieron varias semanas en racionamiento de servicios múltiples que yo estaba pagando, atrapado en un vaivén telefónico de empleados no muy competentes que no me solucionaban nada, pero sí eran expertos en colgarme la llamada. La respuesta de su parte ante lo que yo había escrito fue muy diligente y amable, rastrearon mi celular y me contactaron para ofrecerme una atención inmejorable que restableció mis derechos como consumidor en cuestión de días.

Por ello no entiendo de dónde surge el nuevo Claro que se presentó en estos días blandiendo una denuncia penal con su mano en alto, cual bandera de guerra, contra los promotores del sonado #ApagónClaro. Una iniciativa que surgió desde el Concejo de Bogotá para que los usuarios se manifestaran contra esta empresa por el mal servicio apagando sus dispositivos el 30 de abril de 11 a 1 de la tarde. Idea que funcionó bastante bien, por lo visto, pues dejó a la guardia Slimliana en jaque lo suficiente para que ahora inicien esta absurda cacería de brujas apuntando su artillería jurídica a la cabeza del concejal William Moreno.

Una pretensión no sólo ridícula sino también abusiva que a cualquier abogado con un poco de respeto por nuestro oficio debería darle vergüenza defender, sí Dr. Ibáñez, lo digo por usted. Estamos ante una estrategia sucia donde una multinacional quiere usar el aparato punitivo para intimidar cobardemente a aquellos que reprochen sus negligencias y falencias. Un meollo que de prosperar sentará precedentes devastadores para cualquier consumidor que en el futuro quiera expresarse contra una entidad que no esté cumpliendo sus obligaciones, pero que en medio de la sordidez de su propia prepotencia no quiera que nadie se lo haga saber.

El concejal Moreno no calumnió a Claro cuando buscó salvaguardar los intereses de los millones de usuarios de telefonía móvil que todos los días tienen que aguantar las tribulaciones técnicas de su incapacidad. Es Claro mismo quien con cada caída en una llamada, cada señal débil y ruidosa o cada número discado en cualquier parte del país que no llega a su destinatario se está disparando en el pie. Es su propio servicio la confesión inequívoca de que les ha quedado grande el papel de operador dominante del mercado.

Colombia no puede permitir que las compañías celulares anden sueltas sin bozal, pues en un claro matoneo pueden terminar mordiendo gente por ahí. Desde ya me uno al #NuevoApagónClaro que actualmente se está promocionando en las redes sociales y si también me quieren denunciar, aquí los espero.

Obiter Dictum: Es impresionante la nómina del Deportivo Lagarteiro que representó a Colombia en el Vaticano para la canonización de la Madre Laura. Todos unos cracks políticos en treparse donde nadie los necesita para tejer relaciones de poder, cosa que no es ilegal, pero sí antiestético frente a la opinión pública. Sólo espero que hayan pagado esos viáticos de sus billeteras y no de mis impuestos, yo no quiero que mis tributos se desperdicien en sus santos güisquis, señores.