La Nación
Un llamado a la cordura y al diálogo 1 5 mayo, 2024
COLUMNISTAS

Un llamado a la cordura y al diálogo

Luis Fernando Pacheco Gutiérrez            Jefe de la Oficina de Paz y Derechos Humanos de la Alcaldía de Neiva

 

Hacer un llamado a la cordura y al diálogo en medio de una polarización -quizá solo equiparable al del convulso periodo de la violencia-, parece ser una tarea pérdida.

Sin embargo, estoy convencido que tenemos motivos para intentarlo. Ningún proceso de diálogo ha culminado inmediatamente después de una rúbrica en un papel o un abrazo improbable: la historia nos ha enseñado que cualquier proceso de paz atraviesa altibajos que pueden parecer oportunidades perdidas.

El pronunciamiento desde la clandestinidad de “Iván Márquez” y otros combatientes de las FARC que claudican en lo prometido en Cuba no significa que se perdió el proceso de paz más importante de las últimas décadas en el mundo.

El abierto rechazo al compromiso de las FARC contradice la posición que manifiesta Rodrigo Londoño, máxima cabeza política del partido en torno a la voluntad irrefrenable de más del 90% de su extinta milicia de seguir apostándole a la paz, al debate político, a la democracia y sobre todo a la verdad, la justicia, la reparación integral de las víctimas y las garantías de no repetición.

Este bache no significa de ninguna forma el fin del camino, es un obstáculo por superar y el llamado debe ser en primer lugar a aquellos que hicieron dejación de armas a mantener la palabra dada (tanto aquellos agrupados en el Partido, como quienes simplemente retornaron a la vida civil); al Gobierno Nacional a comprometerse con las deudas frente a la implementación del Acuerdo -que ha contado con el acompañamiento de la comunidad internacional- y a avanzar hacia el cumplimiento de la palabra dada; a las organizaciones sociales, a diferentes iglesias, a universidades, a sindicatos, gremios para que lideren más allá de una manifestación temporal la renovación de los votos y el compromiso con un futuro en paz; a la sociedad en general a rodear a las mayorías de excombatientes que siguen convencidos que la paz es el camino de tal manera que avancemos hacia la reconciliación y la no estigmatización.

Las reducciones de nuevas víctimas, los procesos de restitución de tierras, el retorno de comunidades a lugares que fueron horror, el desminado humanitario, los hospitales vacíos, los escenarios en donde hemos podido dialogar actores que algún día fuimos situados en bandos enemigos son pruebas certeras que vale la pena creer en la paz pese a los obstáculos

La JEP tiene frente a sí una oportunidad para mostrar que no es el juez parcial que algunos han señalado, que expulsará a los desertores de la jurisdicción y que puede avanzar hacia los objetivos que permitieron su creación.

Mientras tanto nosotros como colombianos tenemos la tarea de seguir creyendo en la paz, soñando con un mundo donde las diferencias no se resuelvan con la muerte A no olvidar las palabras del Papa Francisco en su visita a nuestro país “a no dejarnos robar la esperanza”