La Nación
COLUMNISTAS

¿Un monumento?

Cuando uno tiene la oportunidad de conocer el monumento en honor a Abraham Lincoln, en Washington D.C, lo primero que se le viene a la cabeza es que fue lo que hizo este personaje para que todo un país hubiese invertido tan exuberantes recursos y le hiciera una obra de tal magnitud. Lincoln fue Presidente de los EE.UU en dos ocasiones (1860-1865) y lideró victorioso la guerra de secesión que dividiera los estados del sur con los del norte, por motivos como la abolición de la esclavitud, fue el creador de uno de los discursos más importantes de la historia de la humanidad, el Discurso de Gettysburg, Pensilvania, pronunciado el 19 de noviembre de 1863, en Dedicatoria del Cementerio Nacional de los Soldados, fue un hombre excepcional, sobre todo por su coherencia frente a temas tan polémicos como la esclavitud lo que finalmente le costó la vida.

Causa mucha curiosidad que en esta misma plaza exista un monumento a Martin Luther King, a quien muchos años después y por similares razones le quitaron la vida por sus ideales de justicia e igualdad por los afroamericanos.

De esos hombres debiera estar lleno nuestro país, no de corruptos, que se llenan el estomago con el hambre y la miseria de los que necesitan los recursos del Estado, no de los que se gastan millones en las campañas políticas y con el detrimento del patrimonio público, se dan la vida que no se merecen de complacencias y banalidades.

En un país como el nuestro debemos forjar los valores de la honestidad, la justicia, la igualdad, la libertad, la transparencia, el trabajo, el respeto y la dignidad de las personas, con ellos podemos cambiar la pagina de despilfarro y de la idolatría a los que se burlan de las personas de bien, necesitamos nuevos líderes pues la gran mayoría de los que tenemos son politiqueros de profesión que no les interesa nada distinto que llenar su barril sin fondo con lo público, con lo sagrado, con lo que es de todos.

Tal como diría Lincoln “Somos, más bien, nosotros, los vivos, quienes debemos consagrarnos aquí a la tarea inconclusa que los que aquí lucharon hicieron avanzar tanto y tan noblemente. Somos más bien los vivos los que debemos consagrarnos aquí a la gran tarea que aún resta ante nosotros: que de estos muertos a los que honramos tomemos una devoción incrementada a la causa por la que ellos dieron la última medida colmada de celo. Que resolvamos aquí firmemente que estos muertos no habrán dado su vida en vano. Que esta nación, Dios mediante, tendrá un nuevo nacimiento de libertad. Y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desaparecerá de la Tierra”.

La Decimotercera Enmienda, de la Constitución de los EE.UU Sec. 1, señalo “Ni en los Estados Unidos ni en ningún lugar sujeto a su jurisdicción habrá esclavitud ni trabajo forzado, excepto como castigo de un delito del que el responsable haya quedado debidamente convicto” Yo propongo la siguiente enmienda, 1. En Colombia quien se dedique a la política debe horrar el interés general sobre el particular, actuar con transparencia y rectitud en todos sus actos y quien traicione este mandato será castigado con trabajo hasta que pague el último peso que se perdió.