La Nación
COLUMNISTAS

Un obispo y Calvino

Hace un par de días leí un artículo de opinión del obispo de Neiva, Froilán Casas, titulado “El hambre atrasada” (la pueden leer en esta dirección: http://www.diariodelhuila.com/site/index.php/menu-opinion/38219-el-hambre-atrasada), y me desconcertó la forma como se refiere al que nunca ha tenido nada, materialmente hablando, y al que ha nacido si penurias o, como él dice, “el bien nacido”.

Llanamente, para el obispo el pobre es un resentido social que cuando llega al poder arrasa con todo, hasta con sus opositores; por el contrario, para él, el buen nacido tiene una “buena jerarquía de valores”.

Es cierto que algunos pobres (¡presente, presente, presente!) cuando llegan al poder quieran dejar esa condición pues llegan a administrar dinero que nunca se imaginaron. Pero dejar entrever que “el buen nacido” no se enriquece con el dinero ajeno debido a su “buena jerarquía de valores” es un mentira tan infame como lo fue el Muro de Berlín y más larga que la Muralla China.

¿En qué país vive el obispo? Si este país histórica y sistemáticamente, por todos sus puntos cardinales, ha sido gobernado por la alta burguesía política y económica. Y muchos de esta “alta clase dirigente”, en lo público como en lo privado, se han enriquecido con el dinero y con los bienes ajenos, incluido lo que le ha pertenecido a los pobres, como la tierra de los campesinos. Lo mismo han hecho los banqueros, “los bien nacidos”, enriquecerse hasta con los pobres porque su usura no tiene hartazgo.

¡Cuál jerarquía de valores de los “bien nacidos”! Si la misma Iglesia, “la bien nacida”, se enriqueció con el bien ajeno. Esta diatriba del obispo contra los “mal nacidos” me recordó a Juan Calvino. Para Calvino, sólo los hombres que se enriquecían hasta sin escrúpulo, pues él declaró legítima la usura, eran los “predestinados” a la salvación; es decir, el ánimo de lucro era equivalente a la santidad.

Al contrario, el pobre no era visto con “buenos ojos” ante Dios. Por algo, un proverbio calvinista rezaba que “si el hombre es grande y rico, él hará una armonía más dulce y melodiosa en los oídos de Dios, que si fuera pobre y de baja condición” (Los grandes conflictos sociales y económicos de nuestra historia. Tomo I.).
Si pusiéramos en el contexto actual el pensamiento calvinista sólo los Santo Domingo, los Ardila Lülle, Los Sarmiento Angulo, etcétera, y los que se creen de esa línea de “santos visibles”, tendrían el guiño divino de la salvación; a los demás, Dios nos miraría por encima del hombro. Pero así estamos, el papa Francisco dándoles dignidad a los pobres y un obispo humillándolos.