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¿Y la torre materno-infantil qué?

Para cualquiera que se desplace por la avenida circunvalar de Neiva (Cra. 16 con La Toma) y esté atento a los problemas de la salud, no puede pasar desapercibida la obra sin terminar de la torre materno-infantil en la zona del Hospital General de esta capital, cuya construcción, hace cuatro años, formaba parte de iniciativas con las cuales sacaba pecho el gobernador Pajarito Sánchez. Ver su estado sin concluir, en una ciudad con enormes falencias en la atención a la salud, despierta la inquietud sobre si esta obra también pasará a formar parte de la lista de las inversiones frustradas que abundan en este Departamento.

Recordando lo publicado por la prensa local en su momento, la construcción de esta torre fue adjudicada mediante proceso licitatorio a la firma española Lopesan Fronpeca, en cuya primera etapa, con recursos de las regalías petroleras, el gobierno invertiría la suma de $23.500 millones. A partir del mes de octubre de 2011, la firma constructora disponía de 12 meses como plazo para entregar la obra. Lo que la misma prensa en su momento informó, como explicación a la parálisis de su ejecución, fue la total incapacidad económica de la constructora para continuarla, que la llevó a incumplir con los plazos y los diversos requisitos de construcción exigidos por la firma interventora para garantizar su calidad.

El hecho cierto es que esta obra está paralizada hace ya un año y, que, se conozca, está todavía lejos de resolver sus problemas y reiniciar los trabajos. Entre tanto el cumplimiento de sus objetivos está aplazado en forma indefinida, afectando a las madres lactantes y el desarrollo de la idea de poner en funcionamiento el Banco de Leche y el mejoramiento del nivel nutricional de los niños del Huila, Tolima y Caquetá. Pero, además, dejando sin posibilidad de aval a la Universidad Surcolombiana para que cuente con un hospital que permita a sus estudiantes su práctica en la Carrera de Medicina, uno de los programas que más han contribuido al prestigio de esta institución.

Del hasta ahora fracasado proyecto hospitalario, no se le puede echar la culpa al gobierno seccional ni a la administración del hospital de Neiva ni a la firma interventora. La responsabilidad recae en la firma constructora. Pero la solución pronta no puede estar sino en manos del gobernador Carlos Mauricio Iriarte y la dirección del hospital.