María Consuelo Plazas Serrato
En medio de esta letal epidemia que afecta a toda la humanidad, llama poderosamente la atención que a pesar de los estragos generados, exista tanta reticencia respecto de la aplicación de la vacuna contra el Covid-19. Es así como, a la luz de lo divulgado en la encuesta Pulso Social del Dane, pese a la preocupación que le asiste a los colombianos por el contagio, únicamente el 72.6% de las personas se hallan interesadas en aplicarse una vacuna.
Recordemos que la función de cualquier vacuna es la de generar inmunidad contra diversas enfermedades de modo que produzca una respuesta protectora mediante la generación de anticuerpos. Sobre su efectividad, la Organización Panamericana de la Salud, ha señalado: “La seguridad de las vacunas es siempre una de las más altas prioridades, y esto no es diferente en el caso de las vacunas contra la COVID-19. Todas las vacunas pasan por fases de estudio clínico antes de que puedan ser aprobadas para su uso en la población”.
En tal sentido cabe destacar que, desde el comienzo de la pandemia, se ha venido difundiendo una oleada de información falsa sobre el coronavirus a través de redes sociales. Ha sido tal el impacto que en su oportunidad, el director de la OMS señaló: «No estamos luchando únicamente contra una epidemia; estamos luchando contra una infodemia. Las noticias falsas se propagan con más rapidez y facilidad que el propio virus, y son igual de peligrosas».
Por otra parte, cómo dejar de mencionar el auge de los promotores de movimientos antivacunas, quienes a través de plataformas digitales conspiran contra las bondades de la vacuna. A este respecto, el Centro para la Lucha contra el Odio Digital (CCDH) advirtió: “El SARS-CoV-2 ha desencadenado dos pandemias paralelas. Uno es biológico: COVID-19; el otro es social: desinformación. La desinformación milita en contra de nuestro éxito en contener COVID-19 y amenaza con socavar los valores de la sociedad abierta en el mundo pospandémico”. Seguidamente añade: “Una vacuna Covid podría salvar miles de vidas. Pero la información errónea sobre las vacunas abunda en las redes sociales”.
De todos es sabido que el proceso de vacunación es voluntario, sin embargo, pensemos que tal interés debe ir más allá del contexto puramente individual, por consiguiente, entre todos debemos contribuir a mitigar el riesgo.