La Nación
El primitivismo le quitaba el sueño 1 8 mayo, 2024
INVESTIGACIÓN

El primitivismo le quitaba el sueño

La academia debe fortalecer sus estudios sobre la historia de las artes en la región. Yesid Jaime ha pintado de memoria e impresionado, además, por los paisajes rurales y urbanos del ‘Tolima Grande’.

Olmedo Polanco

Después de elegir el motivo, Yesid se concentraba en el punto de interés de la escena. Enseguida determinaba el encuadre y la composición. El anillo de enfoque entre sus dedos índice y pulgar. Con paciencia de optómetra giraba la circunferencia metálica hacia la izquierda y luego en dirección contraria hasta concertar la distancia y la longitud focales. Detenía el movimiento circular de recorrido corto apenas el círculo incorporado en la mitad del visor de la cámara fotográfica definía, de manera nítida, la línea vertical que inicialmente aparecía partida en dos.

Yesid administraba con precisión de relojero la fuerza del dedo índice sobre el obturador. Aprovechaba el fotómetro interno para medir la intensidad de la luz dispersa en la escena. Los anillos instalados en la parte superior del chasis metálico le permitían establecer la combinación perfecta entre diafragma y tiempo de exposición. Una vez cumplidos los pasos en estricto orden, presionaba el obturador hasta el final. ¡Click! El sonido metálico sincronizado duraba justo el tiempo que las cortinillas permitían el ingreso de luz para que en milésimas de segundo se fijara en la memoria del celuloide la imagen expuesta ante sus ojos. Cuando utilizaba luz artificial, el flash se sincronizaba en un sesentavo de segundo.

“Como autodidacta que soy, aprendí a manejar la cámara y aquellos que les gustaba mi trabajo me buscaban para sus fotos de reuniones sociales, grados y matricidios”, escribió el 30 de octubre de 1989, a mano alzada y con sentido del humor.

“Yesid pensaba y analizaba muy bien antes de apretar el botón; lo que me lleva al lema de Kodak, cuando lanzó al mercado la primera cámara pequeña compacta y popular: Usted aprieta el botón y nosotros hacemos el resto”, ha comentado desde Cali, Bernardo Alberto Peña, reportero gráfico en el periódico El País.

El artista Yesid Jaime había encargado a Enrique Díaz Escandón -Kikino-, que le comprara en el exterior una cámara fotográfica réflex Pentax K 1000, fabricada por Asahi Optical Co. en Japón. La máquina de retratar era suya. Para su hogar había adquirido, en 1982, una nevera Icasa por 42.779 pesos, que pagó sin mora durante 9 meses.

También se endeudó con una estufa a gas por 39.030 pesos. “Su buen crédito es su mayor capital”, afirma la cuenta No. S65232-10. Está en la memoria empresarial de Almacenes J. Glotman. Yesid no compraba de contado porque vivía del sueldo de celador contratado por la Gobernación del Huila. Trabajaba en las instalaciones del Instituto Huilense de Cultura y vivía con su familia en la calle 17A No. 23A-51 del barrio Timanco.

El primitivismo le quitaba el sueño 7 8 mayo, 2024
El arte escultórico del Alto Magdalena y sus expresiones simbólicas siempre tocaron la sensibilidad de Yesid Jaime, pintor del primitivismo. Fotografía: Archivo familiar.

El celador que despertó la pintura primitivista

Yesid había nacido en la vereda Delicias, distante 19 kilómetros del municipio de Lérida (Tolima), sobre las estribaciones de la Cordillera Central. Fue bautizado el 19 de enero de 1942. Cuando tenía cinco años de edad murió su madre Trinidad Jaime. Ernesto Losada, su papá, era sastre en Armero (Tolima). Lo arrastró la avalancha que ‘borró del mapa’ al municipio el 13 de noviembre de 1985. Las niñas Hermencia y Marleny, hermanas de Yesid, fueron adoptadas por la familia de su padre. A Yesid lo acogió su abuela Celestina.

“Después de rodar y rodar en el Tolima, llegué en 1955, al municipio de Garzón; tenía 13 años”. Yesid empezó la primaria y se propuso, además, aprender mecánica y conducción de automotores. Trabajó durante 12 años en el comercio. Surtía de abarrotes a varias tiendas y graneros del Huila. Le acompañaban en las ventas José Ayala, José María Delgado y Manuel Camacho. “Me quise independizar y no me fue bien”, ha consignado en sus memorias escritas. El 1 de mayo de 1977, Día del Trabajo, lo sorprendió desempleado y ‘en rines’.

Víctor Manuel Sánchez Barrios era su vecino y jefe de servicios varios en la Gobernación del Huila. “Me dio empleo, asignándome trabajo como celador en el Instituto Huilense de Cultura y Turismo”.

Cuidandero de cuadros colgados

A cambio de dejarse arrullar por el ruido repetitivo del ventilador de piso y el aire caliente de la noche, Yesid Jaime espantaba el sueño en actitud peripatética entre las obras expuestas en los pasillos del Instituto. “Si yo supiera o me pusiera a pintar, creo que lo haría mejor”, dijo alguna vez, antes de que amaneciera.

“Traje de casa las acuarelas que uno de mis hijos no usaba. Hice pinceles con plumas de aves y me puse a hacer ‘monachos’ en tablitas”. Pintaba casas campesinas y animales de los contextos rurales que recordaba de su infancia en Tolima. Empezó dibujando la topografía regional, las costumbres de provincia y los modos de vestir de sus habitantes.

“No obstante su afición por la fotografía costumbrista y de paisajes, todo parece indicar que el maestro Yesid Jaime no utilizaba la fotografía como soporte de memoria para elaborar sus cuadros”, ha dicho a los estudiantes el profesor Jaime Ruiz Solórzano durante el Seminario de arte e identidad en la Universidad Surcolombiana. Es más -recalca el profesor Ruíz Solórzano- una constante en la forma de ver y que se manifiesta en sus cuadros, es la mirada en ángulo picado o vista de pájaro.

El poeta José Yezid Morales Ramírez, adorna la sala de su domicilio en Neiva con una pintura del maestro Yesid Jaime. “Es una obra del año 1984. Un óleo sobre tela, en formato mediano de 50 X 70 centímetros. Es un espacio figurativo que representa una población de tierra caliente. Un río de aguas limpias atraviesa el paisaje urbano donde se observan casas de techos rojos y paredes blancas”, describe el poeta Morales la obra de Jaime. Los árboles integrados al paisaje están pintados con un color verde intenso y circundan la margen del río. En el cuadro, algunas personas realizan labores en espacio abierto y dos niños juegan al fútbol en la parte inferior de la obra. “El ambiente, entre bucólico y urbano, con armonía de color y composición intuidos; elementos y diseño de auténtico primitivismo regional”, expone José Yezid.

El primitivismo le quitaba el sueño 8 8 mayo, 2024
Las pulsiones del espíritu se expresan, de manera libre, a través del lenguaje de la pintura. Fotografía: Archivo familiar.

Cuando hacer caso vale la pena

En trozos de papeles oficiales con membretes de la Oficina de Prensa o de la Secretaría de Obras públicas del Huila, están representados los desvelos del maestro Yesid Jaime. Su familia conserva algunos bocetos de pueblos, templos religiosos y actividades humanas. Utilizaba tinta de esferos, lápices, barras de colores y tinta china.

Estaba en uno de los turnos de vigilancia nocturna el maestro Jaime y se asomó el pintor Tony Arbeláez a sus tablas dibujadas con temas costumbristas. “Soy yo quien hace esos dibujos”, respondió Yesid. “Me preguntó si yo era estudiante de la escuela de artes. No, Señor, aquí soy el celador; nada más”, dijo Jaime. “El maestro Arturo Ignacio Flórez Buesaquillo me aconsejó pintar en cuadros más grandes. Dedíquese a pintar. Usted no pierda tiempo en la escuela. ¡Pinte cuadros grandes y verá!, me aconsejó”. Yesid siguió las recomendaciones del maestro nacido en Pasto (Nariño).

“Así fue. Los primeros cuadros de regular tamaño los presenté en el año 1977 en el Salón de Artes Visuales en Ibagué (Tolima)”. En 1978 ganó el primer puesto en el Salón de Artes Plásticas en Neiva con la obra ‘Puente Alvarado’.

En las pinturas del maestro Yesid Jaime aparecen habitantes de los territorios, además de la arquitectura, la flora y la fauna. “Son poblaciones que reflejan el imaginario político de la época. Los gobernantes de entonces sugerían proyectos urbanísticos impactados por los imaginarios europeos”, afirma el profesor Jaime Ruíz Solórzano.

Yesid también ha pintado sujetos del común entre los paisajes. Desplazados, desterrados por las violencias, bogas y vaqueros. Algunos de ellos tendrán sus pagos mensuales comprometidos por deudas financiadas a largo plazo, porque “Quien no se endeuda no consigue”, advierte el dicho popular.