Su espíritu altruista lo llevó a convertirse en capitán de Bomberos del Departamento del Huila, por lo cual su vida la dedicó entre las causas nobles, la veeduría ciudadana y su gran pasión a las telecomunicaciones, que lo llevaron a convertirse en radioaficionado.
Carlos Eduardo Peinado Dulcey, líder comunal y veedor ciudadano.
Víctima de un cáncer de riñón, falleció a los 58 años de edad. Peinado hasta sus últimos días de enfermedad buscó el beneficio de los demás, como lo recordó su gran amigo y compañero de veeduría, Aníbal Quino Javela, al traer a la memoria aquel día donde estaba a punto de ingresar a las secciones de quimioterapia en el Hospital Universitario de Neiva.
“Me dijo: ‘Aníbal, acá está una señora a quien no la quieren atender, tiene problemas con el seguro, vaya y hable para que la atiendan’. Hasta último momento fue un roble, tal vez por su contextura grande y carácter fuerte. Nunca le tembló la mano para denunciar la corrupción, empapeló a más de un dirigente y empresario, destapó más de una olla”.
Bombero y radioaficionado
Sus dos grandes pasiones lo llevaron a convertirse en el primer huilense de ascendencia costeña en crear un club de radioaficionados, quien junto con su labor voluntaria de ser bombero, lo llevaron a estar presente en tragedias como la avalancha del río Páez en el año 1994 y el terremoto de Armenia en 1998.
Angélica María Peinado Gutiérrez, la menor de cuatro hermanos, recalcó la tenacidad de su padre, quien a pesar de estar separado, siempre buscó la unidad familiar.
“Mi padre siempre se esmeró para que estuviéramos juntos como hermanos al lado de él, a pesar de que somos de una familia de padres divorciados, siempre quiso que en las fechas especiales estuviéramos con él, ese fue su legado hasta el día de hoy”.
Víctima de un cáncer, el reconocido dirigente falleció a los 58 años de edad.
Nunca se negaba a un favor, siempre estaba en todos los eventos, era un enamorado de la vida. Para su hijo Juan Pablo, hasta último momento fue una persona feliz.
“Amó su profesión, por él hubiera querido ser bombero toda la vida, muy entregado a lo que tenía que ver con la atención de emergencias; además fue radioaficionado desde que nació. En su infancia cuando vio un radioteléfono desde ahí se enamoró, llegó a ser fabricante de antenas y parabólicas”.
Una de las anécdotas que recuerda Juan Pablo fue aquella vez que estando muy pequeño lo invitó a subir a un helicóptero, pero la potencia de la máquina no le permitió. “Yo estaba muy pequeño, cuando me dijo ‘quiere montar en helicóptero’, pero nadie se imaginó que esa aeronave que habían traído los gringos era muy potente, que hasta las vallas de la Policía las tumbó… No se pudo hacer la fotografía. Ese día iban a ayudar a los damnificados de la tragedia del Páez”.
Entregado a los nietos
A falta de más hijos fue abuelo de siete nietos, a los cuales, según sus hijos, eran su debilidad. “Como dirían, lo que uno no hace con los hijos lo hace con los nietos. Mi último hijo nació hace dos meses y él ya con su salud un poco deteriorada fue hasta Bogotá a conocerlo. Mi papá fue una persona muy fuerte ante la enfermedad, los médicos se asombraron, no le daban mucho tiempo de vida”, afirmó Carlos Arturo, el mayor de sus hijos.
La adopción
Su instinto paternal pudo más que cualquier otra cosa y fue así como a su hogar llegó Alfredo García Garzón, su cuarto hijo, a quien adoptó y formó. “Fue una persona muy estricta, de carácter fuerte, entregada a su familia. Él me dio la oportunidad de llegar a su hogar”.
Padre de cuatro hijos y abuelo de siete nietos, siempre buscó la unidad familiar.
Hoy sus hijos, nietos y amigos hacia las 9:00 a.m. le dirán adiós con una eucaristía en la iglesia de Cándido y posteriormente su cuerpo será trasladado al cementerio Jardines El Paraíso.
Amigo incondicional
Aníbal Quino Javela: “Carlos Peinado era un líder, veedor que permanentemente hacía control social, un luchador contra la corrupción, gran amigo y trabajador incansable, quien nos dejó muchas enseñanzas. Con él logramos que la obra de la torre Materno-infantil se parara, porque los contratistas no cumplieron con lo estipulado”.
Ángela Palencia: “Para nosotros es muy triste que Carlos haya partido, fue una persona que siempre buscó el beneficio de la comunidad. Estuvo vinculado durante ocho años a la Asociación de Usuarios del Hospital Universitario ‘Hernando Moncaleano Perdomo’, Era muy buen compañero, era un ciudadano de a pie, nunca buscó el beneficio propio, aquí dejó su trabajo y su vida”.
Marco Tulio Urbina: “Hay que reconocerle esa labor de apostolado, la defensa del más necesitado que no tenía ese apoyo. Trabajó en pro de la comunidad sin esperar nada a cambio”.