La Nación
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Colonización sionista

El comentario de Elías

Nada anormal a una colonización tradicional sucede en Gaza, Israel coloniza a Palestina. Así nacen y crecen los Estados poderosos en la cultura de la propiedad privada. La ley del más fuerte es la ley de oro. Fuerza en el poder económico y militar. Así lo hicieron los ingleses en Norteamérica y los españoles en Colombia. Colonización de corte medieval. Israel desconoce la neo-colonización, colonización tramada con las vanguardias tecnológicas, económicas y comerciales, invasión ‘civilizada’ aupada por políticos regionales.

Como en Norteamérica o Colombia, los invasores sionistas comenzaron con algunos asentamientos inofensivos y terminaron por apoderarse de casi toda la región.

Desde la fundación del sionismo como organización política a finales del siglo XIX, pasando por la primera guerra mundial cuando obtuvieron los primeros asentamientos gracias a Inglaterra, continuando con la segunda cuando fueron reconocidos como Estado, hasta nuestros días, los judíos sionistas han representado una historia de colonización bárbara.

Han utilizado todos los métodos posibles, desde las políticas de Estado hasta el terrorismo salvaje. Crecieron con el terrorismo. Menachem Begin, ex-primer ministro, en su mocedad, encabezó la organización terrorista ‘Irgún’, cometiendo actos demenciales contra palestinos. Yitzhak Shamir, otro ex-primer ministro, masacró mujeres y niños en la aldea de Deir Yassin. Una tradición de terrorismo sostiene al Estado de Israel, la exporta donde la soliciten. Basta recordar a Yair Klein quien entrenó paramilitares colombianos, contratado por Álvaro Uribe, según él mismo la afirma.

Y si nadie se opone a sus métodos salvajes, se debe al soporte de sus elites financieras con capitales en el mundo entero, incluyendo Rusia y Estados Unidos. Por eso, el genocidio actual sólo amerita palabras vacuas de Obama y el silencio de Putin. La intermediación de John Kerry resulta tan paradójica como la del ratón negociando con el queso.

La tragedia de los palestinos repite la de los indígenas americanos. La voracidad del más fuerte los dejará sin tierra, vagando como fantasmas en una lenta e irrecusable desaparición. Como los pijaos que desaparecieron, como los guajiros que están desapareciendo bajo el imperio del hambre y la sed mientras los terroristas usufructúan el Estado. La ley de oro en la cultura de la propiedad privada se repite indefinidamente. La típica catástrofe malthusiana, el pez más grande devora al más pequeño. Sólo que en la naturaleza, conlleva a la armonía del universo, y en la sociedad, a la supremacía del egoísmo social. Y la peor de las catástrofes, no se vislumbra en el horizonte otra cultura diferente a la de la mezquina propiedad privada.
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