La Nación
El fútbol y sus pasiones 1 6 mayo, 2024
COLUMNISTAS

El fútbol y sus pasiones

Oscar Alvis Pinzón

El fútbol se hizo para jugar en conjunto, con otros, contra otros o a pesar de otros. El fútbol se puede jugar solo, pero la soledad es doble porque no hay confrontación, no hay roces, porque no hay otros. La soledad es un estado del alma y cuando no hay con quien jugar, la “pecosa” es un buen remedio, se deja seducir, se deja acariciar, se deja patear y es la razón del fútbol.  La soledad es un balón que ya no está, porque aunque haya cancha, jugadores, jueces, hinchas, pasión y cánticos; el fútbol no está completo si no hay un balón bien jugado o un gol. Cuando se pierde un balón, se pierde un amigo, por eso hay que recuperarlo, porque el que tiene el balón pone las condiciones. “Lo difícil, lo extraordinario, no es hacer mil goles como Pelé. Es hacer un gol como Pelé. Ese gol que nos gustaría tanto ver hacer, pero que, diabólicamente no se deja hacer”.

Dicen que a García Márquez no le gustaba el fútbol y que quería jubilar la ortografía. Dicen que Camus jugaba de arquero y casi nunca tapo penaltis. Dicen que Sartre jugaba fútbol con Camus y que sus primeras diferencias no pasaban por las concepciones sobre existencialismo, sino porque no se entendían bien cuando se hacían pases. Dicen que Borges odiaba a los futbolistas no al fútbol. Dicen que Umberto Eco hizo eco de sus palabras y, por ello, escribió un ensayo sobre fútbol. Dicen que cuando se cobra un penalti se amplía la portería para el arquero, pero se estrecha para el cobrador.

El fútbol es una pasión, un sentimiento, al que podemos referirnos cuando nos plazca. Y cada uno de nosotros dictará su cátedra de fútbol, con la propiedad y el conocimiento del técnico que todos llevamos dentro; armamos y desbaratamos equipos, ganamos partidos y le hablamos de tú a tú a Pekérman y al que sea. El fútbol es un deporte apasionadamente humano y hermoso, sin él y sin la mujer la vida no tiene sentido.  El dolor de un gol que no entró de un penal fallado o de una derrota en el último segundo, puede ser tan desgarrador como una pena de amor. Afortunadamente, siempre habrá un nuevo partido y una nueva conquista. Las penas del fútbol se parecen a las penas de amor. Las penas del fútbol traen un dolor íntimo, intransferible,  que es común a todos los hinchas. Común,  pero de cada uno. El fútbol reduce el estrés y hace olvidar las preocupaciones más urgentes, ya sea en vivo, por tv o jugándolo con amigos, es un deporte que une más a las personas. Porque al fin y al cabo somos esos: aficionados que intentamos ponerle sabor a la vida con cada partido de nuestra Locombia. Estamos ad portas de Rusia 2018. ¡Feliz Año!