El morbo de la tragedia. Por Alexánder Molina Guzmán

Que todo valga por vender un periódico, por capturar televidentes o por enganchar audiencia radial ¡Arriba la libertad de expresión! Frente a la tragedia, los medios masivos de comunicación, sobre todo el televisivo, han traspasado la frontera del pudor para exhibirla casi sin límite. Que todo valga por vender un periódico, por capturar televidentes o por enganchar audiencia radial ¡Arriba la libertad de expresión! Frente a la tragedia, los medios masivos de comunicación, sobre todo el televisivo, han traspasado la frontera del pudor para exhibirla casi sin límite. Todavía tenemos la imagen fresquita del atentado que sufrió el exministro Fernando Londoño Hoyos ¿Por qué? Porque esa imagen que captaron los noticieros más “populares”, de este personaje que baja de su vehículo mal herido y se pierde en la multitud, nos la fotografiaron en nuestra memoria cientos de veces. La imagen dura 10 segundos, pero el canal RCN, por ejemplo, duró casi toda la hora y media que cubre el noticiero del medio día mostrándola; es decir, la vimos más de 700 veces. Lo mismo pasó cuando nos enseñaron el video del individuo que pasa la calle, pone la bomba en el carro y huye del lugar. Esa toma dura 45 segundos y, de igual manera, la pasaron durante todo el noticiero del medio día publicándola; significa, que esa toma la vimos más de 150 veces. Y lo que raya en el cinismo, es que los presentadores expresan que repudian esos hechos. Bueno, y si los repudian ¿por qué los muestran tanto? La respuesta es sencilla: Necesitan vender. Y para vender hay que mostrar la mismísima tragedia hasta la saciedad. Hay que repetirla cuantas veces sea necesario para “capturarnos” y lograr que sea el noticiero más visto o, de igual manera, el periódico más vendido. En televisión la imagen la muestran en velocidad normal, pero también en cámara lenta; retroceden la imagen, la ponen en varios planos, etcétera. La imagen la enseñan para todos los gustos. Pareciera que nos quisieran provocar una taquicardia de emociones o una excitación casi orgásmica. Y ni qué decir cuando dicen que fueron “los primeros en llegar al sitio de la tragedia”. Sí, está bien, tal vez fueron los primeros ¿y? Qué quieren, ¿que los premiemos por eso? No nos importa sin fueron los primeros, los segundos o los terceros. Lo que interesa es que nos informen la veracidad de los hechos. Pero algunos periódicos no se quedan atrás. ¡Ni de vainas! Algunos diarios no sólo informan que mataron a una persona, sino que publican la imagen del muerto sin recato; no sólo comunican que un carro aplastó a una persona, también publican la foto de cómo quedó aplastada. Hombre, creo que los que sufren la tragedia tiene derecho a que ese dolor lo informen con pudor. ¿Pero por qué se hace sin pudor? Porque, en verdad, queremos que los medios de comunicación nos informen sobre la tragedia ajena con pelos y señales.

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