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El Papa, ‘el último exorcista’

Dos hombres aparentemente poseídos que gritaban en la plaza San Pedro se quedaron misteriosamente tranquilos en presencia del papa en 2009, afirma un libro del exorcista de la diócesis de Roma, pero el Vaticano desmiente que Benedicto XVI haya realizado exorcismos. CIUDAD DEL VATICANO  (AFP) Dos hombres aparentemente poseídos que gritaban en la plaza San Pedro se quedaron misteriosamente tranquilos en presencia del papa en 2009, afirma un libro del exorcista de la diócesis de Roma, pero el Vaticano desmiente que Benedicto XVI haya realizado exorcismos. En una obra de entrevistas titulada “El último exorcista”, cuyos fragmentos publicó la revista italiana Panorama, el padre Gabriel Armoth cuenta como dos de sus asistentas habían acompañado a la plaza a Giovanni y Marco, dos jóvenes que le habían confiado, para asistir a la audiencia semanal.  Consiguieron instalarse en los lugares reservados a los minusválidos. Y esperaron, muy nerviosos, pero sus respectivas esposas “notan que alguien comienza a actuar en sus cuerpos”, asegura. A una de las asistentas que le pide que se controle, Giovanni responde lentamente: “No soy Giovanni”. Cuando el vehículo en el que está sentado el Papa termina de dar la vuelta a la plaza, “se derrumbaron, golpeándose la cabeza contra el suelo, y se pusieron a gritar”. Según su relato, el papa vio a lo lejos a un grupo agitado y “notó la mirada de odio de los dos hombres”. Entonces “levantó un brazo y bendijo a los cuatro”. “Una sacudida violenta hizo temblar a los dos poseídos. Tanto que se cayeron tres metros hacia atrás. Ya no gritan, lloran sin parar. En cuanto el Papa se fue (…) no se acuerdan de nada”, concluye. El portavoz de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi, interrogado por la AFP, descartó una intervención del papa: “Si los hechos son ciertos, no hay ninguna razón para hablar de exorcismo del Papa, que no había sido advertido ni era consciente” de la presencia de los jóvenes.  El exorcismo consiste en expulsar a los demonios de una persona. Cada diócesis cuenta con un exorcista.