La Nación
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El presidente Santos se dejó manosear

En esta columna se dijo al comienzo de las conversaciones en la Habana, que era un asunto bien peludo, que ojalá se lograra porque Colombia lo necesitaba, que no era fácil, dado que la venta de las armas era muy rentable para los que se han enriquecido con ese negocio; y  por lo tanto,  llegar a la firma del término del conflicto traería otro conflicto. Ya lo hemos visto,  los que se oponen tienen sus  intereses según sus argumentos.  También decíamos que el respaldo al presidente debía ser sincero porque lo necesitaba; si tenemos en cuenta  que ningún presidente  le había agarrado los cuernos al monstruo de la violencia. El presidente Santos, en el  tiempo transcurrido de conversaciones,  ha tenido que soportar malos consejos de gente que no mira éste accionar como algo digno de aplaudir, y ahora que se presentó éste pequeño enredo, lo quieren aprovechar para decirle que tenían la razón, y se descosen hablando sandeces. Lo del  Brigadier General  Rubén Darío Álzate Mora,  el pasado 16 de noviembre, allá en las Mercedes, Chocó, en  compañía de un cabo y una abogada es muy raro. Este impase no es suficiente para suspender el proceso seguido en la Habana.  Le faltó cabeza fría al presidente para actuar en éste caso que no esperaba. El hecho que sea un General de la República,  que además iba en bermudas,  como el cabo, sin cumplir ningún protocolo;  da para pensar que era una misión especial,  y que no corría ningún riesgo. Pero dado el caso que sea un incidente que no esperaba,  tampoco  es suficiente motivo para  hacer  una frenada en seco que sacuda toda la estructura del  proceso, en donde  se ha gastado mucho dinero y  avanza por buen camino, es decir,  no se debe romper el puente que se ha de cruzar, porque será más difícil saber en manos de quién está. Acabar con los diálogos de paz, es una hecatombe. Colombia ha sufrido mucho por ésta clase de violencia, gastando más presupuesto para controlarla que para atender las necesidades de una comunidad que vive en la miseria. El sólo hecho de poner las  cartas sobre la mesa, hablar de las diferencias que los han distanciado, que son de hondo calado social, es un logro. Que argumenten la Farc que son prisioneros de guerra, ó retenidos ó secuestrados es lo mismo, cada uno califica sus acciones de acuerdo a sus intereses, pero lo importante son los intereses de la nación que han sufrido durante tantos años. El señor presidente debe seguir jugándosela por éste país.