La Nación
Que no sea tarde 1 8 mayo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Que no sea tarde

Hace dos décadas tuve la fortuna de compartir, gracias a una beca de la Fundación Carolina, en España, con jóvenes líderes de Iberoamérica. Algunos eran venezolanos, formaban parte de las juventudes en partidos políticos de su país y veían con preocupación el panorama venezolano.

Y es que desde esa época se especulaba mucho al hablar de Chávez, pero pocos imaginaron la proporción y magnitud de los efectos que el chavismo generaría. Era difícil dimensionar la verdadera influencia de este señor en el futuro político y social, no solo en ese país, sino en América Latina. Pero lo peor es que se subestimo el poder electoral de Chávez, todos pensaron poder derrotarlo en las urnas con tranquilidad, pero cada cual por su lado.

Recuerdo que, al conversar con esos jóvenes venezolanos, sentían que las cosas debían cambiar, que a Chávez tenían que derrotarlo y no podían permitir su reelección, pero ya reconocían un error. Eran tantos los partidos de oposición, que ninguno en forma individual tenía verdadera opción de poder. Por eso, entre otros factores, el chavismo pudo reelegirse con tranquilidad.

Al recordar esta situación, veo en Colombia un “déjà vu”. Todos ven en Petro un posible Chávez colombiano, saben que no debe reelegirse, menos perpetuarse en el poder, pero todos creen poder ganarle sin necesidad de estar unidos. Un error que con el tiempo se agudiza ya que en la medida en que los regímenes se mantienen en el poder, aumentan sus tentáculos y limitan cada vez más a la oposición.

El ejemplo es lo que está pasando después de tantos años en Venezuela. A pesar del gran golpe de opinión mostrando al movilizar en octubre a más de 2,5 millones de venezolanos para que el 92,3 por ciento eligieran a María Corina Machado como candidata opositora del régimen actual, ella nunca pudo inscribirse, por una arbitraria inhabilidad de las autoridades electorales. Luego ella, tras su impedimento para participar, intento inscribir a Corina Yoris, vieja amiga suya y las autoridades electorales se atravesaron, impidiéndole participar.  Ahora se la juegan, con una oposición que por fin se une, apoyando al diplomático Edmundo González Urrutia, de 74 años.

Lo de Venezuela nos demuestra que en la medida en que el régimen se haga más poderoso, la posibilidad de cambiar el rumbo es imposible. Aún estamos a tiempo, pero para eso los egos partidistas deben quedar al lado. La oposición debe unirse y unificar a un país que Petro en forma estratégica, trata de dividir.