Neiva cuenta con una gran riqueza cultural, folclórica y natural; mezcla valles, montañas, parques y ríos, como el Magdalena que es la principal arteria fluvial que atraviesa el país de sur a norte. En torno al río se tejen historias de pescadores y canoeros que rescatan las costumbres ancestrales.
El río Magdalena ha sido testigo de incontables historias que fluyen a su alrededor; las candidatas del certamen Señorita Neiva son protagonistas durante las fiestas sampedrinas, y participan en el tradicional desfile acuático, que se realiza en este lugar que se convierte en epicentro de la cultura. Todo el año, pero especialmente en Semana Santa, el pescado hace parte de las mesas de los hogares; tilapia roja, bagre, bocachico, pataló, capaz, mojarra negra y cucha son los peces que se encuentran en el Magdalena y que gracias a los pescadores pueden disfrutar los neivanos. Sin duda, el turismo en el río es uno de los preferidos por los visitantes.
Neiva, es conocida como la ‘Capital del Río Magdalena’, esta corriente de agua es la más importante del país, es la columna vertebral de la cultura y la historia, aporta al desarrollo socioeconómico y al crecimiento de la ciudad. En la historia de Neiva, los pescadores y canoeros han sido fundamentales para el progreso del municipio. Estos oficios son tradiciones que hoy en día se mantienen y continúan brindando beneficios a la sociedad neivana. Luis Carlos Villalo y Ramón Charry, son herederos de estas prácticas.
Luis Carlos Villalo lleva 15 años brindando experiencias en su canoa, lancha o bote a propios y viajeros. Es canoero igual que su padre, quien también se llama Luis Carlos y en sus inicios fue pescador. Es enamorado de su oficio y considera que lo más bonito de navegar el río Magdalena es poder admirar los paisajes y compartir con los turistas esta aventura.
“De día se ven tortugas, patos y águilas. El día predilecto por los turistas que llegan sobretodo de Bogotá, es el domingo; sin importar el sol, todo el día se hacen recorridos”, afirma Luis Carlos.
Y es que los recorridos son de 20 minutos hasta una hora, donde los turistas pueden admirar el panorama, la riqueza natural de la ciudad y disfrutar de la gastronomía regional al presenciar el proceso de transformación del bizcocho de achira, desde el tubérculo, que es la materia prima, hasta convertirse en el producto que cuenta con Denominación de origen.
Ramón Charry, tiene 86 años y lleva ‘toda la vida’ pescando. “Yo nací con los pies en el rio porque mis papás eran pescadores, cuando me volví conocedor del río era muy bonito, el pescado no se vendía por libras, y cobraba centavos” cuenta don Ramón, con una gran sonrisa.
Sin embargo, no todo es ‘color de rosa’, “ser pescador es cosa ‘fregada’, es peligroso, el río se ve manso pero es traicionero”, indica al recordar su vida en el río. Actualmente, se ubica a la orilla del río Magdalena, y ya no pesca, ahora vende el pescado, pues ya sus piernas no le permiten seguir realizando este oficio, del cual tiene las mejores experiencias de su vida.