La Nación
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Mi renuncia

El pasado 28 de junio puse fin anticipado a mi periodo constitucional como diputado con el propósito de iniciar el proceso que, de la mano de Dios y con la anuencia del pueblo huilense, me llevará el nueve de marzo del año siguiente a la Cámara de Representantes; un escenario en el que podré servir mejor y defender oportuna y eficazmente a los intereses generales de nuestra región.

Doy gracias a Dios por haberme otorgado esta gran oportunidad de servir al Huila. En mis oraciones jamás dejo ni dejaré de agradecerle los ideales y las oportunidades que cruzaron mi vida con los caminos de la política. A los huilenses. A mí familia. A mi equipo de trabajo. A todos les doy gracias. Tengo la certeza de haber cumplido a cabalidad los mandatos de la Constitución y la Ley, sin defraudar la investidura que me fue confiada.

Nuestro departamento –lo sabemos y los sentimos todos-, necesita un cambio a fondo para recobrar su perfil de región soberana, para recuperar los medios de riqueza y convertirlos en instrumento de progreso colectivo. Necesitamos un cambio profundo, a fondo, para liberar al ciudadano de la miseria, de la ignorancia, de la inseguridad y de la explotación; para poner la enseñanza, la técnica y la ciencia al alcance de nuestro pueblo: para que el trabajador tenga trabajo permanente y sus hijos amparo y protección.

El Huila, y por supuesto nuestro país, necesitan que los derechos no sean letra muerta en el texto de las leyes; para que la libertad exista y la justicia impere; para que el derecho a la educación, al trabajo, a la salud y al bienestar sean verdaderos derechos para las mayorías populares y no privilegios de escasas minorías.

Es hora de cambiar, y de hacerlo a gran escala. Empezando por nosotros mismos. Los tiempos pasados ni fueron mejores ni volverán. Este departamento no resiste más aventuras políticas, ni saltos al vacío, ni tampoco retrocesos a esquemas políticos que ya estuvieron en el poder y que probaron ser carentes de compromiso, ineficaces, nocivos e impropios. Queremos democracia pero rechazamos su perversión: la demagogia.

No me interesa criticar a nadie. Ni lo haré. La razón de ser de la política no puede ser otra que la del servicio a los demás. Y quienes trabajamos por tener un futuro mejor no lo hacemos sobre la debilidad de otros ni defendemos nuestra causa criticando o siquiera refiriéndonos a causas ajenas.

Hoy tengo la seguridad de que Dios nos pide que dejemos huella en un destino incierto.

Twitter: @sergioyounes