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Neiva: Siglos XVII – XVIII. Por Miguel Ángel Tovar

En las dos primeras centurias desde su fundación, el valle de las tristezas de Neiva se fue consolidando como eje central de la provincia sureña de la Nueva Granada, a pesar de ser un pequeño poblado. En las dos primeras centurias desde su fundación, el valle de las tristezas de Neiva se fue consolidando como eje central de la provincia sureña de la Nueva Granada, a pesar de ser un pequeño poblado. Su objetivo, reafirmar  cada día la hegemonía y dominación de la corona española. El total control militar de la provincia se fue logrando poco a poco, paralelo a la desintegración tribal, al exterminio de sus guerreros, la captura de sus jefes y la fragmentación del poder político tradicional de los nativos para imponerle una estructura jerarquizada, donde lo militar y lo político eran uno solo, acompañado de la guía religiosa del cura encomendero. La constante apología a todo lo que viniera de España, generó un egoísmo hispano que se apropiaba de todo lo del entorno, iniciándose así  la organización de los primeros latifundios y de las grandes haciendas soportadas en la servidumbre y en la relación  amo, esclavo. El jesuita Saturnino Sepúlveda escribe: “Las haciendas Jesuíticas en Colombia” donde señala a Villavieja como una de ellas, con sus nueve hatos que llegaban hasta los territorios del hoy municipio de Colombia, llamado “San Francisco” en aquellos tiempos. Un proyecto político, social y productivo fundado en la explotación indígena y en la exclusión de los beneficios sociales de la producción para la servidumbre que  los produce, comportó cambios en la organización tribal. En efecto, ante la carencia de mujeres españolas, un señor encomendero podría tener  hasta 15 o 20 indígenas preñadas, pero en el libro bautismal quedaban registrado como “Hijos de padres desconocidos”. Claro que el cura encomendero si sabía quien el irresponsable., pero se hacía el de las gafas. Con razón un cacique caguanejo se quejaba ante un oidor santafereño que supervisaba la villa, de cómo a ellos al bautizarlos les advertían que si tenían màs de una mujer pecaban gravemente, en cambio aquí  los señores preñaban  varias de sus mujeres y para ellos si no era pecado. Remataba diciendo que hasta los curas les preñaban sus hijas. Ese proceso progresivo de “Hijos ilegítimos” generó en siglos de violencia contra las nativas, un alto mestizaje bastardo, cargado de arrogancia y arbitrariedad española, como de pérdida de identidad, inversión de valores, opresión, explotación y dominación cultural de los nativos.