Diana Marcela Soto, coordinadora general de la jornada, explicó que luego de la valoración médica, a los pequeños se les determina si serán o no intervenidos según su caso. De ser positiva la respuesta para la cirugía, el batallón de Neiva ofrece los dormitorios de los soldados para que los niños y sus familiares pasen los días de espera previos a la cirugía. Desde ayer y hasta el 3 de junio niños y familiares reciben desayuno, almuerzo y comida, ya que en su mayoría provienen de alejadas veredas y zonas rurales del Huila, Caquetá, Putumayo y Cauca.
El alcance de la jornada ha sido tal, que los días de presencia en la ciudad se extendió de tres a cinco. “Cada año sigue el aumento de nacimientos de niños con malformaciones y eso hace que, a pesar de que se hayan operado a lo largo de estos 21 años 3.304 niños, todavía tengamos muchos en espera”, indicó Soto.
Asimismo, explicó que la jornada de salud es posible gracias a la unión del sector público y privado. “El Hospital de Neiva es la casa que cede toda su infraestructura para que se hagan las cirugías; la Fuerza Aérea Colombiana es la que facilita el avión que transporta el equipo médico. El Ejército, la Policía, la Gobernación del Huila, las alcaldías municipales, la Cámara de Comercio de Neiva, las secretarías de Salud, Departamental y municipales, todas apoyan la gestión y logística para que esto sea posible. Por su parte Ecopetrol, Emerald, Hocol, Mecánicos Asociados, Varisur, Electrohuila y todos los gremios aportan los recursos”, puntualizó.
El gobernador del Huila, Carlos Mauricio Iriarte, visitó el hospital en plena jornada de valoración y agradeció personalmente al equipo médico por su apoyo a los cientos de niños que se beneficiarán. La primera dama del Departamento, María Fernanda Ramírez, hizo entrega de 500 regalos para los niños.
“Esta iniciativa lo que demuestra es que cuando se quiere se puede mitigar tanta necesidad de los niños y están haciendo un trabajo maravilloso, esta es una iniciativa que ha dado lugar a grandes cosas y estamos muy agradecidos con los médicos que desarrollan esta labor social”, manifestó la Primera Dama del Departamento.
La historia detrás de cada rostro
Noralba Campo es una mujer de 29 años, quien vive en la vereda El Águila, en donde debe salir a caballo en un trayecto de dos horas hacía Riochiquito, un corregimiento del municipio Páez (Cauca). De ahí hasta Neiva gastó cinco horas de viaje, trayecto que realizó sola con su hijo de 13 años que padece de parálisis total. Llegó temprano a la Facultad de Salud de la Universidad Surcolombiana en donde se realizó el ingreso de los niños y sus familiares. Hizo una extensa fila, como todos y con mucho entusiasmo le contó a LA NACIÓN que nunca había oído de Healing the Children, pero que esperaba que en esta jornada a su hijo lo pudieran intervenir.
“Alguien me contó de esto y apenas supe me alisté y vine corriendo”. Ella y su hijo sudaban cántaros a pesar de que los voluntarios le habían ofrecido agua en tres oportunidades y estaba sentada bajo una carpa que la protegía de la inclemencia del sol. Explicó que su hijo a los 45 días de nacido le dio parálisis y que son pocos los servicios médicos a los que puede acceder por la zona en donde vive. Manifestó estar cansada, ya era mediodía y estaba a la espera del almuerzo para poderse ir a reposar un poco. “Llevo toda la mañana cargando el niño y él también se cansa de estar alzado. Quiero que descanse un poco, pero primero vamos a almorzar”. Los médicos determinaron que su caso sería avalado para una intervención quirúrgica, así que tendría que quedarse hasta el día siguiente. “No traje ropa ni nada y me tocará con lo mismo mañana, igual no me importa, uno por los hijos hace lo que sea”, puntualizó.
Marleny Chacón, a diferencia de Noralba, vive en Neiva en el bajo Tenerife: una invasión ubicada detrás del batallón y a orillas de Las Ceibas. Sus hijos son un par de mellizos que nacieron con pie chapin. “El problema con ellos fue que yo era muy delgadita y ellos nacieron de ocho libras el hombre y la niña de siete libras, nunca giraron y por eso los pies les quedaron así”, explicó. Aunque Fredy y Mayerly tienen 18 años y en agosto cumplen los 19, no han podido completar sus estudios ni pueden trabajar, porque como ellos mismos dicen, se cansan mucho caminando. “Camino por ahí una cuadra y ya estoy muy cansada”, explicó Mayerly, quien quiere de regalo de cumpleaños unos tenis-bota y espera poder estudiar Pedagogía Infantil. Esta es la segunda vez que participan de la jornada, ya que el año pasado les operaron un pie a cada uno y este año, el domingo, les operan el otro. “Ojalá Cafesalud no nos de vueltas con las terapias que deben recibir luego de la cirugía”, indicó Marleny. Los mellizos y su mamá agradecieron a los médicos, que con mucho cariño han recibió su caso y les han hecho seguimiento.