La Nación
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No hay Belo Horizonte

Faltan apenas dos semanas para que suene el pitazo inicial en el partido entre Brasil y Croacia, que dará inicio en Sao Paulo al Mundial de fútbol. Sin embargo, a pesar de la cercanía de la fecha es evidente que los anfitriones del evento muestran muy poco interés, y hay ausencia de entusiasmo en las calles. Definitivamente solo falta un detalle: Brasil. Si algo ha caracterizado ésta recta final, son las protestas ciudadanas, que piden mejoras en la salud, educación, empleo y transporte público. Y es que a pesar de que el equipo brasileño ha sido el más premiado en la historia del torneo, y que el fútbol en Brasil es una religión para vastos sectores de la población, hoy no hay ánimo de samba. El principal motivo es la percepción generalizada de sobrecostos, ya que las obras llegaron a un valor de 11.000 millones de dólares. Hay obras viales abandonadas y estadios sin terminar. Más inquietante aún es que buena parte de los trabajos en los estadios no se completaron y aquellos finalizados superaron de lejos los presupuestos iniciales. La sombra de la corrupción ha oscurecido todavía más el panorama, obligando a la Presidenta Dilma Rousseff a manejar un bajo perfil en la competencia. Ante el riesgo de una silbatina descomunal en la fecha de inauguración, a la Presidenta solo le queda el silencio como su mejor salida. Actitudes como esa no dejan de preocupar al sector comercial y turístico, ahora que se acerca la hora cero.

Mientras Brasil se esfuerza por terminar los estadios antes del inicio del Mundial de Fútbol, ya está recibiendo críticas por el manejo de su próximo mega evento, los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro 2016. La Bahía de Guanabara, donde tendrán lugar los eventos olímpicos de navegación y windsurf, se ha convertido en foco de contaminación, generando frustraciones en los deportistas y el comité organizador. Si bien los dirigentes internacionales se quejan de que Brasil ya tuvo más de 5 años para avanzar, desde que su propuesta para ser sede de los Juegos Olímpicos resultó vencedora, algunas de las demoras derivan de problemas crónicos con los que el país lucha desde hace tiempo. Los esfuerzos destinados a limpiar la bahía han sido decepcionantes durante decenios; rivalidades políticas, mala gestión y presunta corrupción. Gran parte de la basura que no se recoge en Rio de Janeiro y un 40% de las aguas servidas sin tratar de la ciudad, van a parar a la Bahía de Guanabara. Brasil, tiene el Cristo de Corcovado de espaldas. “El que mucho abarca poco aprieta”.