En Colombia estamos igual que los cavernícolas de la propaganda de BBVA. Estamos aferrados a tecnologías y servicios que hace mucho quedaron obsoletos. En concreto, hago referencia a la fuerte discusión que existe en el país por estos días, en torno a las plataformas digitales de transporte. En mi opinión, la expulsión de estas plataformas sería equivalente a prohibir la comercialización de computadores en el país, para evitar que el gremio de las máquinas de escribir resulte afectado.
Es posible que se pregunten qué ventajas e innovaciones presentan los servicios de transporte prestados por medio de plataforma, respecto de servicios tradicionales. (i). Para comenzar, la mayoría de las plataformas ofrecen tarifas que fluctúan dependiendo de factores como, el día, la hora, la disponibilidad de vehículos, la demanda y la distancia requerida, entre otros. Esto ofrece la posibilidad de que los usuarios puedan conocer de antemano el valor exacto del transporte requerido y puede influenciar favorablemente el comportamiento del tránsito, al desplazar parte de la demanda hacia horas valle. (ii). Las plataformas ofrecen una amplia variedad de métodos de pago, evitando la necesidad de cargar efectivo.
(iii). Lo usual, al utilizar las plataformas, es que estas ofrezcan buena información sobre el conductor y sobre el usuario, lo cual brinda mucha más tranquilidad a las partes, al saber quién maneja y quién se monta al carro. (iv). Al ser empresas internacionales que valoran y se esmeran por cuidar su buen nombre, existe un mayor rigor a la hora de verificar aspectos como el estado y la antigüedad del vehículo, así como la constitución y actualización de pólizas. Sin mencionar que, en caso de una eventual demanda, el usuario afectado cuenta con más garantías y con mayor facilidad para identificar a las personas naturales y jurídicas a demandar.
Considero que ha llegado la hora de sacar de la penumbra normativa a las plataformas digitales de transporte y regularlas de una buena vez. Contamos con herramientas de exploración regulatoria muy valiosas, tal como es el caso del sandbox regulatorio. Herramienta que le permitiría al regulador colombiano aprender de forma práctica, a construir regulación ajustada a la realidad y a las necesidades del país.