La Nación
COLUMNISTAS

Por fin el fin

Por encima de las estigmatizaciones y desinformación de los contradictores del proceso de paz, el conflicto armado interno por fin llego a su fin. Ya todo lo acordado está firmado entre los delegados del gobierno y guerrilla, que durante cuatro largos años lograron poner punto final a la negociación entre el estado colombiano y las guerrillas de las Farc.

Aunque es una paz incompleta porque aún quedan en su lucha armada las guerrillas del Eln y una fracción del Epl, los acuerdos concretados en la Habana, además de llenar de alegría y optimismo a la mayoría del pueblo colombiano, es un mensaje tácito para quienes persisten en la lucha armada en el entendido que siendo las farc la guerrilla más antigua del mundo y con mayor número de integrantes, da el paso hacia la paz. Ello es señal que buscar los cambios que requiere el país a través de la violencia, ya perdieron su razón de ser.

Los resultados electorales del próximo 2 de octubre tendrán impacto de gran trascendencia nacional e internacional. Sí el voto por el SI es arrollador, es como un mandato popular en el sentido que este país no quiere más guerra como ya lo han expresado las propias víctimas del conflicto, los educadores, los indígenas, los afrodescendientes, los jóvenes, las organizaciones campesinas, la mayoría de partidos políticos y la propia iglesia católica.

El manifiesto público de apoyo al sí al plebiscito por la paz de figuras emblemáticas, víctimas del conflicto colombiano, como Íngrid Betancurt, Alan Jara, Sigifredo López, Consuelo González y Jorge Eduardo Géchem, hace creer sin equívocos que lo más rentable para este país es la paz mediante el desarme de los espíritus y el silencio de los fusiles, a través del diálogo civilizado.

Los acuerdos de paz no se pueden quedar en simples abrazos y discursos retóricos, pues en esta Colombia lo que más abunda es la pobreza, la miseria y el descontento con los diferentes gobiernos. Sí su modelo político y económico inequitativo que nos metió a la guerra no se rectifica con desarrollo rural sostenible, con educación y salud de buena calidad, con redistribución de tierras, y oportunidades para los jóvenes, la paz que hoy se firma, quedaría pegada con babas.

La paz no puede ser solamente el silencio de los fusiles, es aún más relevante la ausencia de la pobreza extrema. Miguel.rh12@hotmail.com