La Nación
Primera vuelta, ¿rumbo al cambio? 1 26 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Primera vuelta, ¿rumbo al cambio?

Mario Andrés Huertas Ramos

 

Despejado el panorama para el balotaje definitivo el próximo 19 de junio, es muy probable que el futuro inmediato del país siga atrapado en la lógica de los extremos políticos que se necesitan mutuamente para existir.

Me explico. El verdadero cambio del país se hará cuando los colombianos superemos la lógica implícita al (pos)conflicto armado que, a pesar de tener un acuerdo firmado con las FARC, no ha logrado consolidar la verdadera paz dado que esta negociación produjo la más agria división nacional, solo después del periodo conocido como La Violencia.

Fuera de los lugares comunes y de la retórica simplista de las campañas, el paso hacia el cambio lo daremos cuando se logre una auténtica reconciliación nacional tal como se hizo en tiempos de la Unión Republicana, a inicios del siglo XX, cuya dinámica exitosa logró una cohabitación entre liberales y conservadores, estabilizando así el país hasta 1930 y que veintisiete años después, Laureano Gómez y Alberto Lleras, ratificaron mediante el Frente Nacional.

Volviendo a lo electoral, a pesar de que Petro y Hernández agiten las banderas del cambio, las dos campañas entienden lamentablemente este concepto como algo cortoplacista. He aquí el error porque uno de ellos será presidente y el otro liderará en el Senado, según la ley 1909 de 2018, la oposición. Lo que desmiente el supuesto cambio por lo siguiente:

Si Petro gana, el país seguirá dividido y en ese sentido, Hernández será el jefe de la oposición aun cuando no tiene una organización electoral detrás que respalde esa función para hacer contrapeso a un proyecto político que sí cuenta con una arquitectura muy definida. Solo le quedaría ejercer, a sus 77 años, un liderazgo por el camino de las coaliciones.

El otro escenario es que Hernández llegue a la Casa de Nariño y que Petro continúe en la oposición. Ante lo cual, vale la pena recordar que, al desmontar la reelección presidencial y al limitar el periodo a cuatro años, no se hizo lo mismo con la oposición y, por lo tanto, lo veremos agitando nuevamente al país tal como es de sobra conocido.

Lo anterior se respalda por las cifras de esta primera vuelta que dan, en términos generales, como saldo un 52% (11.011.201 votos que son la suma de Hernández y Gutiérrez) que se contrapone al 40% (8.527.421 votos) de lo que Petro representa.

Ahora bien, aunque se crea (y se quiera), el uribismo entendido como un conjunto de ideas no está superado históricamente porque, como fenómeno político, nació como respuesta a la avanzada terrorista que hacían las guerrillas de las FARC y el ELN contra la sociedad colombiana, de su momento, y que le ha dado de diez elecciones desde 2002, hasta hoy, un saldo de ocho a su favor.

Traigo esto a colación porque Petro representa, dado su origen en la guerrilla del M-19, una expresión política que cuenta entre sus apoyos a una parte significativa de las FARC (Hoy Comunes) y a un sector del establecimiento que está en gravísimos líos judiciales (léase el más actual de los casos: Piedad Córdoba). Como se ve, ambos sectores se corresponden.

En últimas, el cambio que anuncian ambas campañas no lograrán ser verdaderas expresiones de un cambio histórico en razón a que no hemos superado la fractura en la que Juan Manuel Santos sumió al país so pretexto de un acuerdo que solo le valió, en sus activos personales, un Nobel que no fue tan noble como ya lo expliqué en otra entrega.