El Santuario de Nuestra Señora de las Mercedes es el mayor orgullo y la fuente de espiritualidad de los habitantes de Nátaga, una laboriosa población cafetera ubicada en las montañas del occidente del Huila. Historias de milagros, peregrinación y esfuerzo se esconden en su imponente arquitectura. El Santuario de Nuestra Señora de las Mercedes es el mayor orgullo y la fuente de espiritualidad de los habitantes de Nátaga, una laboriosa población cafetera ubicada en las montañas del occidente del Huila. Historias de milagros, peregrinación y esfuerzo se esconden en su imponente arquitectura. GINNA TATIANA PIRAGAUTA G. ENVIADA ESPECIAL / NÁTAGA En medio de verdes paisajes y elevadas montañas, se erige el majestuoso Santuario de Nuestra Señora de las Mercedes de Nátaga. El templo religioso es el mayor orgullo de los pobladores del municipio, ubicado en el occidente del departamento del Huila. Aseguran sus habitantes con fe infinita, que la violencia no ha llegado a su pueblo por la protección que les brinda su patrona, a quien veneran incansablemente y en quien confían sus necesidades y problemas. Nátaga es un pueblo campesino habitado por descendientes de la comunidad indígena Nasa, con una fuerte tradición religiosa. Sus calles son empinadas colinas y sus pobladores se dedican a la actividad cafetera. La mayoría de sus niños se encuentran escolarizados. Santuario La arquitectura arábica del templo de peregrinación se edificó hace 50 años, por iniciativa del padre vicentino Juan Félix Londoño, un paisa emprendedor y enérgico. El padre Londoño llevó a Nátaga la primera volqueta para la construcción de la monumental obra. El santuario cuenta con tres estructuras. La primera es la capilla principal, en donde se destaca la imagen de las Mercedes, los grandes vitrales y la pintura de su cúspide. Como en un laberinto medieval conducido por unas escaleras zigzagueantes, se llega hasta la cripta, ubicada en la profundidad del templo. Allí se celebran los actos funerarios y reposan los restos mortales de muchos pobladores de la localidad, acompañadas por diferentes imágenes de santos. Complementa la estructura religiosa un templo colonial, en donde se erige un museo con imágenes antiguas y los objetos que en vida acompañaron la labor del padre Londoño, quien no alcanzó a ver terminada su obra por un sorpresivo traslado a Tierradentro (Cauca), en donde se le encomendó el cumplimiento de otras obligaciones. Cuando se fue el padre Londoño, la construcción del santuario se realizó sólo hasta la mitad de lo que él plasmó en el diseño original. Entonces, los exteriores se convirtieron en verdes prados, que son cuidados con celo y disciplina por Ismael Perdomo Chávarro, el párroco y guía espiritual de la localidad. La devoción a la madre es infinita. La arquitectura del templo es deslumbrante. Cada 24 de septiembre se celebran las fiestas patronales y durante los dos días el santuario no da abasto para recibir a los centenares de peregrinos huilenses, caucanos, vallunos y tolimenses, que acuden en búsqueda de un milagro o de agradecimiento a la Virgen protectora. El arreglo de la estructura está a cargo de una habitante de la localidad contratada por la parroquia, el embellecimiento del templo lo realiza el sacristán con las exóticas flores que abundan en la región y la fe la depositan los pobladores que no imaginan la vida de su pueblo sin la protección de su Virgen indígena. Una historia de fe La historia de la imagen de la Virgen de las Mercedes está construida con relatos campesinos y documentos religiosos que datan de hace más de cinco siglos. Cuenta la leyenda que dos indígenas ecuatorianos que elaboraban estatuas religiosas, se desplazaron desde Quito a comercializar sus estatuas en Bogotá. El paso obligado en aquellos tiempos comprendía la ruta Popayán–La Plata. En el puente Paso el Colegio, los viajeros se quedaron transitoriamente en una escuela que conducía un padre jesuita. Los pobladores del sector iniciaron entonces la adoración a la imagen de la Virgen. Sin embargo, la peregrinación se convirtió en un pretexto para que los campesinos se emborracharan con chicha y terminaran en riñas. El padre jesuita se molestó enormemente ante el desorden que generaba la veneración. Cuando los ecuatorianos se iban a marchar, la imagen les pesó demasiado y no pudieron cargarla. Los pobladores la compraron colectivamente, pero no les alcanzó el dinero para el Niño Jesús que llevaba en los brazos. Los indígenas se marcharon con el infante y el padre se llevó la imagen de María solitaria para la montaña, en donde su culto no fuera motivo de desorden. En Nátaga fue dejada la escultura. Cuando los indígenas viajeros llegaron a El Hobo, descubrieron que el niño había desaparecido misteriosamente. Los relatos campesinos aseguran que de manera inexplicable el Niño Jesús volvió a los brazos de su madre. Desde entonces inició la peregrinación a la Virgen de las Mercedes de Nátaga, en donde le construyeron un imponente santuario. 
El Santuario de Nuestra Señora de las Mercedes es el mayor orgullo y la fuente de espiritualidad de los pobladores de Nátaga. Fotos Sergio Reyes / Enviado especial. 
En el templo se destaca la imagen de la Virgen de las Mercedes, los grandes vitrales y la pintura de su cúspide. 
La patrona de Nátaga es venerada con especial afecto por los pobladores. 
En la cripta se celebran los servicios funerarios de los habitantes de la localidad. 
Los despojos mortales de los pobladores de Nátaga reposan en la cripta subterránea. 
Ismael Perdomo Chávarro, párroco y guía espiritual de la localidad junto a la imagen peregrina de la Virgen de las Mercedes. 
La arquitectura arábica del templo contrasta con los verdes paisajes de la población cafetera.
