Dentro de las varias peleas que ha casado el presidente Petro, que busca enemigos en todas partes desde que inició su gobierno hace 20 meses, está una que nos duele y entristece mucho y es con la Federación Nacional de Cafeteros. Y, propiamente, con el gerente Germán Bahamón, a quien se le intentó atravesar en su elección limpia, por decisión unánime del Congreso Cafetero, el gremio más democrático del país con elecciones propias con más de 90 años de antigüedad.
Desde entonces, periódicamente todos los comités departamentales, es decir, los representantes de las 551 mil familias cafeteras han expresado decidido apoyo a la gestión que cumple el dirigente huilense. Mientras, ya hace casi un año, el mandatario ha rehusado reunirse, tomarse un tinto, con Bahamón, que le ha enviado generosos mensajes y ramos de olivo en busca de armonizar el trabajo de transformación, productividad y desarrollo del sector.
A lo que sí le ha sacado tiempo es a lanzar dardos y ataques. El más reciente fue en Sucre donde dijo que “la Federación Nacional de Cafeteros es el ejemplo del robo del café por parte de la oligarquía”, desatando el rechazo de muchas voces calificadas que han respaldado al gremio. Es claro, Petro tiene graduado de enemigo a Bahamón y lo quiere fuera del cargo. Por eso, desde distintos escenarios del Gobierno se ha venido buscando aprovechar políticamente las bases y promover instancias paralelas a la Federación, donde se habla de reestructurarla, competencia exclusiva de los caficultores.
Se equivoca, presidente. “Mancillar el nombre de la Federación nos entristece y nos indigna”, como bien dijo nuestro paisano. Los caficultores no necesitan amenazas ni presiones, porque no van a ceder a arbitrariedades ni cogobiernos. Lo que reclaman es apoyo contundente del Estado en la coyuntura de crisis para mejorar la productividad, atender las afectaciones por la broca, las consecuencias de El Niño, los bajos precios y mejorar el ingreso. Necesitan que el gerente avance en su misión, en el cumplimiento de los compromisos, con esa gran capacidad de gestión y liderazgo demostrado en éstos once meses.
Lo que hay qué hacer, presidente, es que las oficinas del gobierno trabajen, construyan, con todos los gobernadores y alcaldes en pro de la caficultura de la mano con los líderes cafeteros de 72 Comités Municipales y los 15 directores ejecutivos de los diferentes departamentos productores miembros de una organización admirada y respetada por todos los colombianos, agradecidos porque históricamente los ha ayudado a progresar.
Presidente, tengo la esperanza de que atienda el mensaje de Bahamón: “Desconocer las instituciones genera desorden y paraliza los distintos sectores…los ataques a la institucionalidad gremial y productiva tarde o temprano desembocarían en un ataque a la institucionalidad política. Seguiremos desde la Federación construyendo puentes que contribuyan al futuro próspero de nuestros agremiados”.
Y el mío: cada ataque o insulto a la Federación y al gremio es un pinchazo directo al corazón de nuestros cafeteros y sus familias.