Nacer o vivir en un sitio, un pueblo o una ciudad, genera compromisos que se traduce para muchos en el desarrollo del sentido de pertenencia. Por eso causa angustia, insatisfacción y dolor de patria chica Nacer o vivir en un sitio, un pueblo o una ciudad, genera compromisos que se traduce para muchos en el desarrollo del sentido de pertenencia. Por eso causa angustia, insatisfacción y dolor de patria chica la forma como algunos tratan a Neiva cuando violan las normas de tránsito, cuando invaden el espacio público, cuando se apoderan de los antejardines y los andenes para construir, cuando arrojan las basuras a la calle, etc. como si esta no fuera también una ciudad suya, de todos y para todos. Dicho de otro modo, cuando afectan sin consideración alguna la calidad de vida de todos los que la habitan, incluidos la de los mismos que la maltratan. Esto es lo a diario vemos en Neiva por todos lados. Menosprecio por la ciudad haciendo de esta la ciudad de la anticultura ciudadana. El tema de esta columna se origina en el conocimiento que tuve hace dos semanas, por información de varios ciudadanos, soportada en fotos que me hicieron llegar, de un hecho que demuestra la mentalidad destructora que contra la infraestructura de Neiva, cometió un grupo de servidores públicos, dotados con uniforme de las Empresas Públicas de Neiva, en la Avenida La Toma con calle primera. Dichos servidores de esta entidad, para cargar una volqueta con los desechos compuestos de hojas y pequeñas ramas de árboles que habían sido podados, se presentaron con una retroexcavadora de gran tamaño. Y allí, sin la menor atención ante la protesta de los vecinos, aplicaron el rastrillo de ese aparato al andén y a la vía vehicular, causando daños visibles a esos espacios comunitarios por donde circula la gente, deteriorando una obra que le costo plata al municipio. Mientras la máquina hacía esto, alrededor de 10 uniformados de las EPN, en vez de subir ellos mismos el material a la volqueta con sus propias manos para evitar el daño, miraban manicruzados lo que la máquina hacía. Las fotos lo dicen todo. Es increíble que este comportamiento haya estado a cargo de servidores públicos del mismo municipio. No es otra cosa que un contrasentido que refuerza el concepto de que Neiva es la ciudad de la anticultura y del menosprecio por lo que es de todos. Olvidaron que el municipio les paga sus salarios con cargo a los impuestos que todos pagamos, incluidos ellos mismos. Olvidaron que los servidores públicos deben dar el ejemplo a los demás ciudadanos. Olvidaron que en ese momento no eran más que unos depredadores de lo público. Lo público que ellos mismos están en el deber de cuidar y de mejorar.