La Nación
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Servidores contra Neiva – Gabriel Calderón Molina

Nacer o vivir en un sitio, un pueblo o una ciudad, genera compromisos que se traduce para muchos en el desarrollo del sentido de pertenencia. Por eso causa angustia, insatisfacción y dolor de patria chica Nacer  o vivir en un sitio, un pueblo  o una ciudad, genera compromisos que se traduce para muchos en el desarrollo del sentido de pertenencia. Por  eso causa angustia, insatisfacción y dolor de patria  chica  la  forma  como algunos tratan a Neiva cuando violan las normas de tránsito, cuando invaden el espacio público, cuando se apoderan de los antejardines y los andenes  para construir, cuando  arrojan las  basuras a la calle, etc. como  si esta  no fuera también una  ciudad  suya,  de todos y para todos. Dicho de otro modo,    cuando afectan sin consideración alguna  la calidad de vida de todos los que  la  habitan, incluidos  la  de los mismos que la maltratan. Esto es lo  a diario  vemos en Neiva por todos  lados. Menosprecio por la  ciudad haciendo  de esta la  ciudad  de la anticultura ciudadana. El tema de esta columna se origina en el conocimiento que tuve  hace  dos  semanas, por  información  de varios  ciudadanos,  soportada en fotos que me hicieron llegar, de un hecho que  demuestra la mentalidad destructora que  contra  la infraestructura  de Neiva, cometió  un  grupo de  servidores  públicos,    dotados  con uniforme de las Empresas Públicas de Neiva,   en la Avenida La Toma con calle primera. Dichos  servidores de esta entidad,  para cargar  una  volqueta con los   desechos  compuestos de hojas y  pequeñas  ramas de árboles que  habían  sido podados,  se presentaron con una  retroexcavadora de gran tamaño. Y allí,   sin la menor atención ante  la protesta  de los vecinos,   aplicaron el rastrillo de ese  aparato al andén y a la vía vehicular,   causando  daños  visibles a  esos  espacios comunitarios por donde  circula  la gente,  deteriorando una obra que le  costo plata al municipio. Mientras la máquina hacía esto,    alrededor de 10 uniformados de las EPN, en vez de subir  ellos mismos el material   a la  volqueta con  sus  propias  manos para  evitar el daño, miraban   manicruzados lo que la máquina   hacía.  Las fotos lo dicen todo. Es increíble que  este comportamiento  haya  estado a cargo de   servidores  públicos del mismo municipio. No es otra  cosa que un contrasentido que  refuerza el concepto de que Neiva es la ciudad  de la anticultura y del menosprecio por  lo  que es  de todos. Olvidaron que   el municipio les  paga  sus salarios con  cargo a los impuestos  que todos pagamos, incluidos  ellos mismos. Olvidaron que los servidores   públicos deben  dar  el ejemplo a  los  demás  ciudadanos. Olvidaron que en ese momento no eran más que  unos depredadores de lo público.  Lo público que ellos mismos están en el deber  de cuidar y de mejorar.