Por: Sergio Felipe Salamanca
Hace dos días fue actualizado el “Ranking de Resiliencia al Covid” elaborado por Bloomberg. Ranking que fue elaborado a partir del análisis de variables relacionadas con las estadísticas que cada país ha tenido en relación con el virus (casos mensuales por cada 100.000 habitantes, tasas mensuales de mortalidad, muertes por millón de habitantes, entre otras); así como la afectación a la calidad de vida de los habitantes, con ocasión de las medidas implementadas por cada país (Severidad de las cuarentenas, restricciones a la movilidad, cobertura del sistema de salud, entre otras).
De los 53 países que fueron parte del estudio, Nueva Zelanda ocupó el primer puesto, con un puntaje de resiliencia Blommberg de 76.8. En el caso de Colombia, ocupamos el puesto 51, con un puntaje de 38.2, solo por delante de Sudáfrica (37.8) y México (30.8). Esto no resulta sorpresivo si se toma en consideración el hecho de que en el caso colombiano han coincidido factores como la indisciplina social, las profundas desigualdades sociales y económicas (las cuales impiden que muchos colombianos puedan quedarse en sus casas), así como la falta de contundencia y estrategia por parte del Gobierno nacional.
En mi opinión, uno de los aspectos en los que la falta de contundencia y estrategia por parte del Gobierno ha brillado más, es en el proceso de vacunación de su población. Proceso del que poca o nula información se tiene debido al halo de misterio y hermetismo que ha rodeado el proceso de negociación y compra de las vacunas.
Ahora bien, con lo anterior no pretendo desanimar, ni mucho menos criticar, sino llamar la atención sobre una alternativa que tanto el Gobierno, como el legislativo han pasado por alto. Alternativa que consiste en descentralizar el proceso y la carga de vacunar a los colombianos.
Es posible que se esté preguntando ¿Cómo se podría incentivar procesos masivos y exitosos de vacunación por parte de privados? y ¿Esto en que podría ayudar a la situación actual del país? Pues bien, considero que una muy buena opción sería ofrecer a las empresas colombianas una reducción de carga tributaria que sea proporcional al número de empleados que vacunen. Como se puede apreciar, existe un doble incentivo para el empresariado colombiano. Además de los aspectos tributarios, se podría retomar ininterrumpidamente las actividades laborales de sus empresas o fabricas, pues la fuerza laboral estaría inmunizada. Lo anterior, sin mencionar la liberación de carga y de vacunas que tendría el Estado.