María Consuelo Plazas Serrato
La semana pasada llamó poderosamente mi atención un post publicado por Vanessa Rosales que decía: “¿Cuándo va a incomodar más la palabra feminicidio que feminismo?”. En su reflexión, la escritora especializada en historia y teoría del estilo, presentaba algunos interrogantes en torno a la normalización de la violencia hacia la mujer y, en contraste, al malestar que genera en la sociedad el esfuerzo por alcanzar la liberación y equidad femenina.
Dichos cuestionamientos resultan trascendentes ante el agobiante panorama de violencia que se vive actualmente en nuestro país. Es tan ostensible la realidad, que una investigación realizada por el Instituto Universitario de Altos Estudios Internacionales y del Desarrollo en Ginebra (Suiza), precisa que Colombia se encuentra entre los diez países con mayor número de feminicidios en el mundo, alcanzando el deshonroso segundo lugar después de México en Latinoamérica.
De esta forma, se comprueba que en nuestro país la llamada “cultura de la impunidad” continúa imperando, dado que sigue vigente la tendencia de culpar a las mujeres por las agresiones de las que son víctimas o de simplemente no creerles. Así las cosas, la violencia contra la mujer no se expresa únicamente en el abuso físico, sino en el temor de no encontrar ayuda en caso de necesitarla. Lo cual ocurre, precisamente, porque las mujeres colombianas seguimos luchando contra una cultura patriarcal, que hace que creencias cotidianas -como son las conductas machistas- continúen, lastimosamente, justificando la violencia. No en vano, de acuerdo a la Fiscalía, en 2017 la impunidad en estos casos alcanzó un 96%.
o anterior resulta paradójico si se tiene en cuenta que en 2015 fue sancionada la Ley 1761, mejor conocida como Ley Rosa Elvira Cely, que tipifica el feminicidio como un delito autónomo, supuestamente para hacer frente a los actos criminales contra la mujer y, por ende, brindar una mayor protección a las víctimas. Sin embargo, tal esfuerzo pareciera inocuo pues las cifras de feminicidio en nuestro país aumentan visiblemente cada día.
A lo mejor esa es una de las razones por la cual Colombia, como tantos otros países, resolvió unirse al mensaje que denuncia la violencia y el abuso contra las mujeres, reproduciendo la coreografía “Un violador en tu camino” creada por el grupo de feministas chilenas Las Tesis y que sin duda se ha convertido en un auténtico fenómeno mundial.
Los invito para que a una sola voz nos unamos y coreemos el himno de libertad feminista que recorre el mundo: “Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía. El violador eras tú. El violador eres tú”. ¡Bravo…!