La Nación
COLUMNISTAS

Voto democracia y poder

Estamos ad portas de otro festín electoral. Cuando el ciudadano deposita su voto, está definiendo el futuro inmediato y el de las nuevas generaciones. Esa es la dimensión de la responsabilidad al ejercer el derecho de elegir a sus gobernantes.

Por los resultados del ejercicio del poder político, en Colombia, podemos enfatizar que desde  los albores de la República, siempre ha sido equivocada la decisión al votar por determinado candidato o lista de candidatos. Los niveles de atraso y precariedad del desarrollo nacional lo evidencian y confirman.

Toda la problemática económica, social, fiscal, judicial, atraso tecnológico-científico, precario desarrollo económico-industrial. El tendencioso, irresponsable y criminal sistema de salud. El vergonzoso y engañoso sistema educacional público y privado. La amenazante y creciente inseguridad y criminalidad. La caótica institucionalidad. La claudicante soberanía nacional. El devorante chancro de la corrupción administrativa. El tenebroso poder de las mafias  de la contratación pública, de la justicia y de la burocracia. El endémico desempleo y subempleo. Los persistentes índices de pobreza y de miseria. Y toda suerte de factores que niegan el derecho a una vida digna y a un futuro mejor, a las mayorías colombianas, son consecuencia directa del irresponsable ejercicio del poder político y económico de las élites, que han usufructuado el poder, bajo las banderas de la demagogia y la ficción de democracia.

¿Por qué demagogia?

Durante la caza de votos, ofrecen ríos de leche y miel. Según ellos, trabajarán por solucionar todos los problemas del elector pobre y de esa manera superarán la pobreza.
Hasta ahora, después de más de 200 años de vida republicana, nada de eso  ha sido cierto.

¿Y por qué ficción de democracia?

Porque una vez elegidos e integrados al poder político, hacen y deshacen, desde las instancias del poder, para el beneficio personal y de su entorno inmediato, a través de todo tipo de  transacciones con el poder económico, nacional e internacional, sin importar la suerte del pueblo raso.

Sino. ¿Por qué el Congreso, mediante una Ley, no desmonta el criminal negocio del actual Sistema Nacional de Salud, para convertirlo en un Sistema capaz de garantizar el derecho fundamental a la salud, a todos los colombianos?

¿Y ante semejante irresponsabilidad, qué puede hacer el elector? Nada. No tiene voz, ni quien defienda sus derechos.

Desaparecieron los partidos políticos. Fueron sustituidos por empresas electorales, que solo practican la politiquería, el clientelismo, la inmoralidad. Son empresas electorales dominadas por la voracidad de la corrupción, para robarse el presupuesto público. El Huila lo padece con rigor.

La calculada y perversa alianza concertada  por el irresponsable jefe  liberal del Huila, con el sector más oscurantista de la extrema derecha del departamento, es absolutamente deplorable. No se debe tolerar. Es una afrenta macabra contra la dignidad ciudadana. Es abuso de poder y ausencia total de principios éticos y morales.

Esas  transacciones politiqueras solo buscan el reparto del poder y de las asignaciones presupuestales, en lo regional y en Neiva, durante el próximo cuatrienio, sin asumir responsabilidades con el desarrollo de la región. Son la negación absoluta de la democracia. Nadie, con sentido de dignidad humana, debe votar por ese candidato.