La Nación
Alarmante violencia contra la mujer 1 14 mayo, 2024
INVESTIGACIÓN

Alarmante violencia contra la mujer

Los índices de violencia contra la mujer en el departamento del Huila se encuentran entre los 10 más altos del país y supera ampliamente la tasa nacional. El maltrato de género no es solo físico. Su alimento es el silencio y la complicidad, aseguran los expertos. Los índices de violencia contra la mujer en el departamento del Huila se encuentran entre los 10 más altos del país y supera ampliamente la tasa nacional. El maltrato de género no es solo físico. Su alimento es el silencio y la complicidad, aseguran los expertos. GINNA TATIANA PIRAGAUTA G. LA NACIÓN, NEIVA La violencia contra la mujer es una problemática que ha afectado al 70 por ciento de las colombianas, de acuerdo al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud). Según las cifras, el Huila se ubicó entre los 10 departamentos con mayores índices de violencia de género. Las estadísticas de violencia intrafamiliar en territorio huilense son del 91 por ciento, superando el promedio nacional del 88 por ciento. El maltrato de género limita el desarrollo personal, la incidencia política, el empoderamiento económico, el acceso a la salud y a la educación, según Isabela Quintero Ortiz, coordinadora del área de la mujer de la Corporación Casa de la Memoria. Para la especialista, las consecuencias del maltrato se evidencian en trastornos emocionales, problemas de salud mental y deficiente salud reproductiva. “Los efectos pueden alcanzar a las generaciones que fueron testigos de abusos o víctimas de los mismos. La niñez que crece en estos ambientes padece de daños psicológicos duraderos”, manifestó. Para Quintero, las violencias de género aprendidas a lo largo de la vida se transmiten como normas, conductas y comportamientos que se replican en la cotidianidad y que se perpetúan, contribuyendo al incremento violento de la sociedad. Maltratos El maltrato de género no es solo físico. La violencia psicológica se manifiesta en el ultraje verbal, la denigración o la imposibilidad de que las mujeres tomen decisiones autónomamente. En el trabajo, la comunidad y la institucionalidad, también se evidencian prácticas contra la equidad de género. La violencia económica contra la mujer se identifica en el control a sus bienes, la administración de su salario por parte de su compañero o el abandono patrimonial en caso de una separación. “Las mujeres están amparadas legalmente y tienen que denunciar estos casos para que reciban la atención pertinente. Existe una normatividad vigente que las protege. Hay que perder el miedo”, aseguró Quintero. Una mujer tiene además el derecho a no tener relaciones sexuales con su esposo, compañero permanente o novio. Si es obligada, esta conducta es considerada como acceso carnal violento por las leyes colombianas y hace parte de la tipología de agresiones sexuales, en las que se incluyen además los ataques verbales. Trabajo articulado Para la coordinadora del área de mujer, el maltrato se alimenta del silencio y de la complicidad. Por ello, consideró fundamental que se refuercen los procesos de educación frente a la Ley 1257 ‘Por una Vida Libre de Violencias’ y que los gobiernos locales fortalezcan las apuestas productivas de desarrollo de género. En el departamento del Huila son múltiples las organizaciones sociales basadas en género que se han fortalecido en los últimos años, gracias el esfuerzo de sus lideresas. El Consejo Comunitario de Mujeres es un ejemplo de la organización y el trabajo articulado en diversos sectores de la ciudad, que cuenta además con el apoyo de la Alcaldía de Neiva. Desde esta organización se desarrollan las temáticas de violencia de género, pero también los espacios de participación e incidencia política. Atención integral En el departamento del Huila se firmó hace dos años el Pacto Institucional para la Prevención y Atención de las Violencias contra las Mujeres y su Inclusión en el Desarrollo Regional. Como garantes certificaron instituciones como la Gobernación del Huila, las procuradurías regionales y la delegada de Familia Huila, Unifem ONU Mujer, Huipaz, Acnur Huila y Pnud Huila. Sin embargo, el diagnóstico reflejó que muchos funcionarios estatales aún desconocen la normatividad. Por ejemplo, que los casos de Violencia Basados en Género (VBG) no son querellables y que la mujer no está en la obligación de conciliar. “Prevalece en algunos empleados los mitos de culpabilizar a la mujer o que las agresiones son un problema casero. También insisten en que las afectadas concilien con sus victimarios. Se trata la VBG como un problema intrafamiliar. Son muy pocos los casos a los que les dan seguimiento y menos los que son sancionados. Entre estos, muchos se quedan en amonestaciones y compromisos por parte de los agresores”, aseguró Quintero. Panorama del Huila Según el diagnóstico elaborado por la Corporación Casa de la Memoria y el Pnud en los municipios de Neiva, Pitalito, Algeciras y La Plata, el 84 por ciento de las mujeres fueron víctimas de violencia psicológica por parte de sus compañeros sentimentales. El 41 por ciento sufrió de violencia física al interior de sus hogares, el 57 por ciento experimentó violencia económica y el 54 por ciento vivió algún episodio de violencia sexual en el ámbito privado. En el espacio laboral, el 48,3 por ciento de las mujeres huilenses padeció de algún tipo de violencia psicológica, el 21,8 por ciento de agresión física, el 61,5 por ciento recibió de sus patronos alguna expresión de violencia económica y el 64 por ciento fueron agredidas sexualmente, especialmente de manera verbal. Las mujeres reconocieron a sus esposos como los principales victimarios. En los casos de violación sexual se identificaron asimismo a sus compañeros permanentes, padrastros o padres, otros hombres de la familia, actores armados, amigos de la familia, novios, docentes, líderes religiosos y colegas laborales. De las mujeres entrevistadas, el 37,3 por ciento tiene sólo estudios primarios, un 68 por ciento se ocupa en las labores del hogar y el 63 por ciento vive con menos de un salario mínimo mensual. El rango de edad más frecuente en las mujeres violentadas está entre los 15 y los 45 años de edad, que corresponde a la etapa de mayor productividad en la vida de una mujer. “Esta situación genera que las potencialidades de desarrollo individual y colectivo se rezague. El atraso social que esta situación produce aún no es medible”, aseguró Quintero. Neiva: perspectiva preocupante Neiva ocupa el segundo puesto entre las ciudades capitales en los que más se violan los derechos de las mujeres, según un informe del Pnud. Se ubica en el puesto número 30 entre 1.026 municipios colombianos en donde más casos de agresión femenina se reportan ante las autoridades. A nivel departamental, también tiene las cifras más altas de violencias de género. Durante el año 2010, de 1.584 denuncias de ataques contra las mujeres registrados por Medicina Legal, 1.098 casos correspondieron a la capital del Huila, siendo ejercida en un 95 por ciento por la pareja o cónyuge. En el nivel nacional, la tasa media de violencias basada en género es del 70 por ciento y Neiva se ubica por encima con un  82 por ciento. De de cada 100 hogares, 91 han experimentado cualquier tipo de violencia contra las mujeres.

  • Ø El 82 por ciento de las neivanas fueron víctimas de violencia psicológica, el 33,3 por ciento recibieron maltratos físicos de sus parejas, el 44,9 por ciento sufrieron de algún tipo de violencia económica y/o patrimonial en el ámbito privado, mientras que el 41 por ciento fueron sometidas a violencias sexuales.
  • Ø También el espacio laboral representó un riesgo en la capital del Huila. El 48,7 por ciento de las neivanas fueron agredidas psicológicamente en sus escenarios de trabajo, el 14,1 por ciento vivió episodios de maltrato físico, el 61,5 por ciento consideró que sus derechos económicos fueron violentados y un 64,1 por ciento que su integridad sexual fue vulnerada.

*Datos suministrados por la Corporación Casa de la Memoria y el Pnud. Foto 1 Las mujeres huilenses han fortalecido durante los últimos años sus organizaciones sociales y la participación comunitaria. Foto 2 Isabela Quintero Ortiz. Imagen1