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Como pactar un pacto

Si no se tratara de una crueldad y en el fondo de una burla al juicio de los colombianos, aquello de pactar hacer un pacto de paz en seis meses, sería una comedia que podría producir jocosa alegría. Cualquier promesa –de un acto para el futuro- si pretende ser seria, debe señalar claramente los elementos que conforman el compromiso. No es el caso de esa parodia con notorio interés electoral que se transmitió desde La Habana, en la que Santos, ‘Timochenco’ y Castro, se acarician con felicidad las manos y se felicitan por no se sabe qué designio o plan de contenido oscuro y traicionero. Lo primero que se puede deducir, es que el más urgido en la negociación y por ende el más débil, es el gobierno. Las Farc, continúan con su postulado de que los diálogos son otra forma de hacer la guerra. Se dice que ya hay unos “puntos” acordados. Pero son más las “salvedades” que los compromisos concretos. Y lo más grave, es que esas 28 “salvedades” versan especialmente sobre el delicado, pobre, complejo y sensible sector agrario. Un solo ejemplo: pactar la creación de zonas especiales con jurisdicción y leyes especiales, se convierte en una traición a la integridad nacional. ¿Qué paz puede promover un pacto que divide a los colombianos? La única explicación, es querer legitimar y legalizar una guerra ilegítima. Lo relacionado con las sanciones por las atrocidades de los extremistas, acuerdo que suprime delicadamente toda referencia a la prisión y vocablos semejantes, parece que es la distracción de los medios de comunicación y del Fiscal. Pero lo más ominoso entre muchos, es un proyecto de acto legislativo, para facultar ampliamente al gobierno y sustituir el congreso. Comisiones especiales, tribunales especiales. Santos demuestra aquí su agrado por el modelo chavista, que no es otro que la dictadura, en la que los poderes públicos pierden autonomía. Y una manera hábil de explotar la buena fe y los deseos de paz de los colombianos. Conocemos de antemano la actitud patriótica de la bancada uribista en el congreso. Pero hay una mayoría engrasada con la mermelada. La representación del Huila no es diferente. Por amor al país, a las nuevas generaciones, a la democracia, deberíamos esperar que la bancada de este departamento demostrara su independencia. Seguramente es mucho pedir. Está demasiado ocupada en la obsesiva apuesta electoral, para detenerse a pensar que en sus manos pueden estar bienes tan importantes para la nación, como una paz consistente, sin entregar de las instituciones, como pidió el papa Francisco.