A través del deporte, la fundación FEI viene desarrollando un proyecto con el fin de que los jóvenes privados de la libertad tengan una segunda oportunidad. Por otro lado, esta organización tiene como objetivo la inclusión social, es decir, que estos jóvenes no sean rechazados una vez cumplan su pena.
Jhoan Sebastián Salazar
Hace pocas semanas, la fundación FEI cumplió 18 años y aunque sus comienzos se dieron en Ibagué, en Neiva se viene desarrollando un proyecto en el que el deporte y los jóvenes privados de la libertad son los grandes protagonistas.
“La fundación FEI nace con personería jurídica en el año 2004 en la ciudad de Ibagué, donde se implementa una serie de estrategias pedagógicas para lograr que la población vulnerable privada de la libertad tenga un proyecto de vida diferente. Posteriormente, para el año 2014 se trabaja en algo que se llama “Escuelas de formación deportiva”, un proyecto que nace con la necesidad de hacer algo diferente, de crear una estrategia que funcione en estos muchachos, por lo que, con ayuda de varias entidades, nos apoyan con una implementación deportiva”, señaló Jeins Suárez, coordinador operativo de la fundación FEI en Neiva.
Jeins, como entrenador de artes marciales, vio con buenos ojos el hecho de entrenar artes marciales. Aunque en un principio hubo dudas, esto ha servido para que los jóvenes privados de la libertad minimicen la conducta violenta.
“Ya con esto nace la idea de que como entrenador de artes marciales, enseñarles a los muchachos este deporte. En principio era algo contradictorio enseñar esto a uno jóvenes que están privados de la libertad por cometer delitos. Pero cuando comenzamos el proceso de aprendizaje, nos dimos cuenta de que este deporte les servía para minimizar la conducta violenta”, señaló.
Objetivo
A su vez, de acuerdo con Jeins Suárez, aparte de formar personas, el objetivo principal que tiene la fundación con este proyecto deportivo es la inclusión social. Por otro lado, esta organización también se enfoca en la parte académica.
“El objetivo principal es inclusión social, lo que buscamos es que el muchacho no vuelva a delinquir, que repare el daño causado, que pida perdón porque esto es algo donde están involucrados padres de familia, sociedad, fundación y entes. La idea es que la persona estructure un proyecto de vida adecuado, la tasa delictiva disminuya, que estos muchachos sirvan como ejemplo de que sí se puede cambiar, de que cuando hay oportunidades el ser humano puede lograr cambios significativos en su vida”, enfatizó.
“Aparte de las actividades deportivas, también nos enfocamos en la parte académica. Allá el muchacho termina su bachiderato, algunos se les da la oportunidad de realizar carreras técnicas y profesionales. Trabajamos mucho de la mano de la cultura y el arte y de la parte espiritual, que ante todo hay un Dios y que él es el que nos da la fuerza para salir adelante, entonces todo esta unión de actividades nos han servido para que el muchacho se ubique y se concientice de que le ha hecho mal a la sociedad”, complementó.
Ilusión de Juegos Nacionales
Los jóvenes que hacen parte de esta fundación son mayores de 14 años. Actualmente, hay 70 muchachos que están recibiendo esta iniciativa, la cual les ha permitido no solo formar personas, sino tener la posibilidad de competir en los Juegos Nacionales.
“Con el deporte hemos logrado que estos jóvenes hayan representado al departamento y al país en diferentes certámenes internacionales. Nos estamos proyectando acá en el Huila poder competir para Juegos Nacionales. ¿Y quiénes son esos protagonistas? Son muchachos que alguna vez cometieron muchos errores, pero que la vida y Dios les han dado una segunda oportunidad”, señaló Suárez.
Segundas oportunidades
Finalmente, el profesor Jeins Suárez manifestó que, aunque no es fácil perdonar, mandó un mensaje a que no juzguen antes de conocer la historia de unos jóvenes que, aunque cometieron errores, han sufrido una infancia dura y lamentable.
“Nosotros vamos más allá del delito y es la persona, ¿Qué pasó en la niñez de esa persona? Uno se encuentra con historias de vida lamentables, muchos de ellos fueron abusados sexualmente, maltratados, humillados, muchos de ellos sin papá y sin mamá, entonces la calle les enseñó a sobrevivir y qué tenían que hacer, quitarle algo a otro o en pocas palabras, robar”, dijo.
“Cuando al muchacho se le muestra un mundo diferente, ahí es donde vemos el resultado que nosotros estamos buscando, que es que ellos estructuren su proyecto de vida. Es fácil caer, pero hay que ayudarnos a levantar”, concluyó.