La Nación
Creer en los buenos 1 28 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Creer en los buenos

Luis Alfredo Ortiz Tovar

Siempre es sabido  que es más fácil identificar, y hablar de las personas malas, que las  personas buenas, no propiamente porque  lo que más sucede y lo que más encontramos son personas malas. Ya hemos recordado en líneas preetéritas que la condición humana tiende más a hacer el bien que el mal, y que por más dolorosos que sean los episodios de un país, siempre habrá personas buenas de qué hablar. Hoy debo resaltar las cosas buenas de personas buenas, que se dedican, muchas en el anonimato a hacer el bien. El buen juez que con criterio justo, y jalonado por el humanismo, busca a toda costa la sentencia ecuánime; el buen profesor que desde el lugar más recóndito, y sin siquiera un tablero al frente, busca entregar de sí, lo que sabe para su estudiante que con esfuerzo llega a la clase; la buena madre de familia, que luego de haber remendado, vuelve y remienda la prenda que se resiste a echarse a la basura, para cubrir el dorso de su hija adolescente; el campesino que labra la tierra, así no sea suya, que con su labrantío logra sacar adelante las necesidades de su mesa y la de los suyos; las obras del gobernante, que a sabiendas que no es su plata, cree fervorosamente que con sus actos puede hacer el bien en favor de la comunidad, y generar esperanza para su gente, el niño que se agacha a recoger un papel que un mayor desaplicado tira a la basura, luego de lo cual se va remilgando con su media lengua, queriendo encontrárselo para reprocharle su mal actuar.

Tantas cosas buenas, que entre más simples más significado tienen, son propias de personas normales, que entienden que así debe ser su mundo y su vida, y que con su buen proceder no resultan ser la gran cosa, ni esperan a que los lisonjeen, ni  mucho menos que lo premien, que más bien entre más en el anonimato estén, más gusto tienen por llevar a cabo su buen proceder.

Un tal Nairo Quintana, ayer justamente ha sacado la cara por el país. Ese noble hijo del campo ha vuelto por sus glorias, y nos ha hecho recordar tanta gente buena que con esfuerzo, y sano actuar, lucha por la buena cara de una patria golpeada por los vicios más grandes que puede tener la humanidad. Tener en la mira la montaña más agreste, con el pulmón a escasos respiros para obtener aire para avanzar, y lograr con su color, estatura, y peso vencer a los más avezados pedalistas del planeta, me han colocado en el escenario de creer en lo bueno que es tener gente buena, y reconocerles el esfuerzo que hacen para no saber tanto a dolor, a desgracia, a corrupción, a desdén por la vida de los demás. A esas glorias con cara conocida o desconocida, mi respeto, mi admiración.