La debilidad institucional, la anarquía de poderes y la corrupción pública y privada, son los factores dinámicos que impiden el progreso de la nación. El régimen no gusta reconocerlo y por eso busca confundir al ciudadano, imputando responsabilidades a causas distintas, como la guerrilla y otras.
La debilidad institucional facilita y obliga el manejo tendencioso del ordenamiento legal, en todos los sentidos. Este hecho garantiza la satisfacción de intereses exclusivos de los usufructuarios seculares del poder y por ende, tienen que ser sacrificados los altos intereses de la nación. Son las condiciones garantes de la prosperidad de la clientela, la politiquería y de su resultante natural: la corrupción. Por eso, la corrupción es cada día más avasallante y corrosiva de la moral colectiva y más destructiva de los factores garantes del desarrollo económico-social general.
La debilidad institucional, se traduce en anarquía y desgobierno y así cada representante del poder, en cualquier instancia, puede interpretar el ordenamiento legal, de acuerdo con sus compromisos, caprichos e intereses.
Este es la endemia que padece la nación colombiana y es la condena que la clase dirigente impuso a los ciudadanos que no pertenecen a los círculos de poder, político y económico y que constituyen las mayorías nacionales.
EL gobierno no encuentra solución. Sabe cuál puede ser. No la aplica, por no afectar intereses. El marco legal vigente, aprobado en el congreso, no corresponde a la realidad del problema. El Congreso, los poderes públicos y el gobierno, son responsables directos de todo lo negativo que ocurre en el país, por acción u omisión.
Los sueldos exorbitantes de los funcionarios de la Rama Judicial, no corresponden al desempeño, resultados, eficacia y confiabilidad, debidas. Hay impunidad, corrupción, inoportunidad y mediocridad.
La debilidad institucional y la anarquía, son responsables de; la corrupción que contaminó toda actividad. De la mediocridad profesional-burocrática. Del raquítico crecimiento económico. De la aberrante inequidad socioeconómica. De la crisis del sector salud, convertido en festín de bandidos. Del desmadre de la violencia. Del saqueo y pérdida del patrimonio público. De la violación de los derechos humanos. Del caos ambiental. En ese caldo de cultivo, se cuece la inviabilidad y rapacidad del sector salud, convertido en banda de transferencia de dineros del presupuesto a particulares.
La debilidad institucional y la politiquería, son responsables de los carruseles de la contratación pública y de las pensiones. Del negocio y pésima calidad de la educación. De la impunidad selectiva de los borrachos al timón. De la negación de la manipulación de los instrumentos jurídicos de control. De las pirámides financieras de estrato seis y de mafiosos. De los nuevos ricos aupando el festín de la construcción suntuosa, donde medran delincuentes de cuello blanco y de la economía subterránea. Del lavado de activos en diferentes negocios y actividades, etc.
Es el panorama sombrío que acecha, en el reino de anarcos, Colombia. Es lo que no quieren ver, ni entender los políticos y empresarios usufructuarios del poder.
Para el DIARIO LA NACIÓN 29-11-2.014