La Nación
EDITORIAL

Editorial – Atlético Huila 22 años

Con esporádicas incursiones deportivas a nivel aficionado organizado en las décadas anteriores como antecedente, se fue configurando una gran movilización espontánea y popular y naciendo a comienzos de la década de los años 90 lo Con esporádicas incursiones deportivas a nivel aficionado organizado en las décadas anteriores como antecedente, se fue configurando una gran movilización espontánea y popular y naciendo a comienzos de la década de los años 90 lo que se convertiría en una pasión regional del balompié, justamente cuando el fútbol rentado nacional dio el necesario y bastante tardío paso de estructurar el ascenso y el descenso. Y ahí apareció el Club Deportivo Atlético Huila como uno de los grandes animadores, con una hinchada fiel, persistente y alegre, lejos de los violentos que ya protagonizaban dolorosos hechos en el sur del continente y Europa. El Atlético Huila llegó como una refrescante dosis de renovación al fútbol colombiano y creó la “fiebre amarilla” que atiborraba todos los estadios de los ya experimentados e históricos equipos, desde Ibagué y Bogotá hasta la Costa. Todo ello se concretó jurídica y formalmente el 29 de noviembre de 1990 en Neiva, de la mano de desinteresados y serios dirigentes, la mayor parte de ellos lejos de cualquier pretensión de ser empresarios del balompié, solamente con la intención de poner a la región en el mapa de los grandes espectáculos colombianos. Y a fe que lo lograron, dejaron honda huella, la mayoría de ellos ya no están, o porque fallecieron o porque no pudieron con el rol de ser empresarios o simple y llanamente porque otros los desplazaron y ocuparon esos puestos. Hoy el Atlético Huila no es la misma pasión regional, se ha perdido buena parte de esa efervescencia que el opita sabía imprimirle a su presencia en los estadios, pero permanece la figura emblemática, tenemos un equipo en las grandes ligas, somos protagonistas, unas más otras menos pero en todo caso debe alabarse el gran esfuerzo que hacen sus actuales dueños. Atlético Huila ya no es club en el sentido civil del término; pasó a sociedad anónima y pasa grandes aprietos económicos al llegar hoy a los 22 años de vida institucional. Y como corresponde se han celebrado con una especial ceremonia, no tan rimbombante como debería, pero necesario hacerlo para que la región, en todos sus estamentos, vuelva sus ojos hacia un equipo que nos puso en las vitrinas del país; ciudad que no tenga onceno en el rentado nacional no puede considerarse importante en el concierto nacional. Y nosotros ahí estamos gracias a la perseverancia de un sinnúmero de personas, empresas e instituciones, la enorme mayoría regionales y locales, lo cual enaltece aún más esa labor. Es un cumpleaños para replantear diversos aspectos deportivos, administrativos y financieros que permitan no sólo permanecer en el 2013 en la primera categoría sino también retomar la senda de triunfos y protagonismo de primer nivel. Divisiones inferiores a largo plazo, claridad y transparencia en el manejo del equipo, emisión de acciones para el ciudadano de a pie, recomposición  de la estructura deportiva son algunas de las tareas pendientes. Si ello se adopta, el Atlético Huila volverá a ser la pasión de la fiebre amarilla.