La Nación
EDITORIAL

Editorial – Caquetá y petróleo

El masivo ataque armado a una caravana de vehículos de transporte de petróleo en Caquetá, afortunadamente sin víctimas, debe alertar de inmediato al Gobierno Nacional frente al resurgimiento de este tipo de acciones violentas El masivo ataque armado a una caravana de vehículos de transporte de petróleo en Caquetá, afortunadamente sin víctimas, debe alertar de inmediato al Gobierno Nacional frente al resurgimiento de este tipo de acciones violentas, justamente desde el epicentro de lo que fuera la “zona de distensión” y golpeando a una región que poco a poco retoma su camino de progreso y desarrollo legal.  Las Farc no han perdido su capacidad de ataque, mantienen estructuras bien conformadas con guerrilleros dispuestos amatar o morir, conservan su especializada manera de moverse con rapidez  cerca de pequeñas zonas urbanas y gozan de la ventaja de extensos territorios, como el caqueteño, para mimetizarse. Caquetá tiene ante sí un promisorio momento, está encontrando un sendero perdido desdelos años 80 cuando le inundó la “cultura traqueta”. La puerta dorada ala Amazonia colombiana, al pulmón del mundo, con notables recursos naturales, paisajes exuberantes que el grueso de los colombianos nos hemos perdido de disfrutar, riqueza ganadera por doquier y un grupo humano que por décadas ha demostrado su enorme capacidad de trabajo frente a duras condiciones, esa tierra es una de las esperanzas y reservas del país. Por ello el Gobierno todo debe enfocar sus mejores esfuerzos para devolverles a los caqueteños su tranquilidad perdida, recompensar en alguna medida el enorme costo pagado en aras de la paz nacional y darle la importancia merecida. En este entorno, una noticia que en otro lugar del mundo despertaría expectativas positivas, en el Caquetá se está convirtiendo en nuevo factor de perturbación. Las exploraciones y explotaciones petroleras son el nuevo blanco de los violentos. Seis multinacionales tienen licencia para hacer labores de sísmica y exploración en esa región, además de la Emerald Energy, inglesa, que ya ha padecido la quema de vehículos y el secuestro de varios de sus trabajadores. El presidente Santos, el año pasado, anunció la instalación de un batallón Energético, como el que ya opera en el centro del Huila, para reforzar la seguridad de la mini-bonanza del oro negro que se ve venir. No es una tarea nada fácil la de voltear un sendero marcado por las Farc durante décadas, y de alguna manera resulta irritante que sólo cuando se descubre petróleo se adopten medidas de fondo en materia militar, como si todo el descomunal esfuerzo del Plan Colombia, tras los frustrados diálogos de paz, no hubiese dado resultados en materia de tranquilidad y desarrollo a los caqueteños. Cualquier observador desprevenido, tras el despliegue de fuerza pública desde 2002, pensaría que el Caquetá vive hoy en armonía completa. No es así, el balance parece deficitario y la llegada del boom petrolero lo ha desnudado. En estas condiciones, como han dicho algunas analistas, en el Caquetá el Estado parece prepararse para una guerra más aguda. Ojalá que el petróleo sea una bendición económica y no una nueva maldición, como la coca, el caucho y la quina en horrendas épocas pasadas. DESTACADO “Ojalá que el petróleo sea una bendición económica y no una nueva maldición, como la coca, el caucho y la quina en horrendas épocas pasadas”. Editorialito El concejal laboyano Raúl Ordóñez pese a las lecciones de vida que demostró no logró atajar un cáncer severo que le apagó la vida. Cuando creía que había salido del duro trance, el destino eclipsó sus sueños. A sus familiares y amigos nuestra sentida voz de condolencia.