La Nación
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Heisenberg, 20 años.

“Lo que deberíamos hacer en una sociedad (…) es intentar una educación que fuese capaz de colaborar con el pueblo en la indispensable organización reflexiva de su pensamiento”. Así escribe el maestro Paulo Freire en una de las páginas de su obra la Educación como práctica de la libertad (1981). He querido citar a este grande de la educación con motivo de la celebración de los veinte años de funcionamiento y servicio del colegio Heisenberg de la ciudad de Neiva, pues se ajusta de manera especial al pilar de su objetivo: formar integralmente a hombres y mujeres mediante la filosofía del amor, que aunque es flexible no debe confundirse con lo permisible.

Han pasado ya dos décadas desde el momento de su fundación que más que fuera un nacimiento de la nada, se trató más bien de un cambio de enfoque en los servicios educativos, ya que antes que el Heisenberg abriera sus puertas bajo este nominativo, se encontraba primero el instituto Incapval. Bajo la conducción magistral de un binomio de una alta calidad humana, la Especialista Clara Inés Morales y el Licenciado Ancízar Solano, han trabajado en procura de encausar todo el trabajo en aras a la proyección de una mejor institución eficiente en su labor y eficaz en sus resultados. Con una actitud de ir mejorando aquellos aspectos de quizá flaquean en su rendimiento, el colegio Heisenberg se ha ido perfilando como una opción humana de formación que, como se citó al inicio, intenta hace de la educación una herramienta necesaria en la construcción de pensamiento de quienes hacen parte de la comunidad educativa y para aquellos espacios humanos de interacción.

Ante los grandes retos que ha traído consigo los fenómenos como la globalización, la postmodernidad, aunque un tanto tardía en Colombia, la educación se ha visto acorralada en una carrera de prioridades que se les presenta ante el joven ansioso de determinación, autonomía e independencia. Esto hace que el trabajo del docente pueda ser semejado a un campo de combate, sin enemigos, ni muertos o heridos. Aunque si se trata de enemigos, que sea la inmediatez; si hay muertos que se la ignorancia; y si alguien queda herido que sea la mediocridad, para que con ello el único victorioso sea el estudiante.

En cada momento se hace posible conocer ciertos retos que exigen que el ejercicio de la formación, más que la enseñanza y el aprendizaje, involucre mayores esfuerzos y que el aula de clase, junto con el docente, quede descentralizada en la tarea formativa, puesto que los padres, si bien no lo recuerdan, son los primeros educadores y formadores.

¿Nos podemos imaginar donde la relación hogar-colegio fuera más eficiente en la educación? Las quejas fueran menos y tendríamos muchachos más convencidos de que de este atolladero no se podrá salir si no es con educación. Sin embargo, hay un problema detrás. Los ambientes y estructuras familiares donde crecen los muchachos los sitúan en desventaja, cosa que, en efecto, no es de su responsabilidad, pero si es un afectado. Son innumerables los retos ente los cuales la educación se enfrenta, pero siempre habrá una opción que ayude se enfrentarlos.