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Impacto y prevención del acoso callejero 2 26 abril, 2024
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Impacto y prevención del acoso callejero

El acoso callejero es un delito que pone, en la mayoría de caso, más vulnerables a las mujeres. La psicóloga Maritza Rocío López explica cuál es el impacto que genera este flagelo.

 

Impacto y prevención del acoso callejero 8 26 abril, 2024

Maritza Rocío López Vargas

Psicóloga. Especialista en psicología de la salud

 

No se puede desconocer que tanto hombres como mujeres, han tenido algún tipo de experiencia de acoso en sus vidas. El asunto es que las mujeres resultan siendo las más vulnerables o por lo menos, así lo indican los medios.  Para algunas mujeres el acoso se ha convertido en verdadero problema en las calles y en el transporte público, haciendo de estos lugares  entornos discriminatorios, abusivos y violentos.

 

Aceptado por algunos, ignorado por otros, promovido por culturas machistas que cimentan el dominio hacia las mujeres y admitido por estereotipos de género, que permite a los hombres hacer comentarios sexualmente agresivos a las mujeres, el acoso callejero presenta en su otro extremo, mujeres que consideran “normal” el acoso, porque asumen que es el precio que deben pagar por ser mujeres, por ser bonitas, por  estar solas en alguna vía o por tomar el transporte a altas horas de la noche.

 

El acoso callejero es una forma de acoso sexual, ejercido por una persona que no pertenece al círculo íntimo de la víctima en espacios públicos.  Es una realidad escalofriante, un escenario espeluznante  de tolerancia y apatía, que pone a las mujeres en situación de vulnerabilidad, inequidad e irrespeto. Constituye una ofrenda contra su dignidad y  sexualidad.  Situación que hace necesaria la modificación de comportamientos en algunas personas, revisar el tipo de educación que se está brindando a los hijos, validar más el derecho a transitar libremente con la confianza de no ser violentadas, independiente del contexto, forma de vestir, edad u hora del día. Así mismo solidarizarse con las víctimas, incrementar la denuncia, brindar atención oportuna, no estigmatizarlas, ni admitir situaciones que conviertan a las mujeres en objetos sexuales, intimidadas, humilladas o que algunas por su orientación sexual, se conviertan en blanco de agresiones homofóbicas.

 

Consistente en silbidos, piropos vulgares, gestos obscenos, grabaciones no consentidas, tocamientos abusivos, masturbación, exhibicionismo, seguimientos con fines sexuales o abuso; el acoso callejero viola la intimidad, induce al miedo, daña la salud mental, genera estados de alerta, estrés, ansiedad, depresión, nerviosismo, baja de la autoestima, trastornos del sueño, dolores de cabeza, problemas gastrointestinales y/o hipertensión.  El acoso es tan grave, que incluso puede convertirse en el eslabón para los feminicidios.  Situación que obliga a las mujeres a cambiar de hábitos, de recorridos, horarios para transitar, tener que caminar acompañadas de otra persona o con un animal de ataque.

 

Prevenir el acoso callejero hace preciso que las víctimas no se queden calladas, que hagan pública las agresiones recibidas, que se endurezcan las sanciones para los agresores, que se garantice una verdadera protección y reparación a las víctimas, que se implementen programas orientados a los transeúntes para incentivar en ellos su intervención, cuando sean testigos de este tipo de hechos o adviertan señales de riesgo, de un posible caso de acoso o agresión sexual. De igual manera formar a los Servidores Públicos desde un enfoque de género, para el manejo de este tipo de situaciones y no revictimizar a las acosadas, hacer más visibles las campañas de sensibilización contra la violencia hacia las mujeres, ubicar letreros en buses, busetas y colectivos, con mensajes que expresen el rechazo absoluto al acoso, ubicar en zonas identificadas como inseguras números de contacto de autoridades, CAIS cercanos y garantizar una buena iluminación, en senderos de obligado tránsito para las personas.

 

Así mismo, velar que al interior de los hogares se brinde una educación basada en valores humanos, en el respeto a la vida y dignidad humana, encontrar nuevas formas y significados de las relaciones interpersonales y ser conscientes del impacto que las palabras o los gestos tienen en los demás. Los acosadores deben recordar que tienen una madre, tal vez una hermana o hijas que merecen ser tratadas con respeto y dignidad al igual que las demás mujeres.

 

Para finalizar ningún tipo de agresión debe ser justificada, mucho menos atribuirle la responsabilidad a la víctima de acoso.  Esto resulta tan irracional, como responsabilizar a las mujeres víctimas de violencia intrafamiliar, de provocar al hombre y peor aún que éste justifique su violencia diciendo que fue su mujer quien lo “provocó”, que “no le hizo caso” o que “no lo atendió como debía hacerlo”.

 

Es preciso aunar esfuerzos interinstitucionales entre la Fiscalía, como entidad investigadora de presuntos delitos, para  garantizar el acceso a la verdad.  Con los jueces de la república, para que surtan los debidos trámites procesales e impartir justicia para las víctimas, en caso de haberse iniciado una investigación penal y la policía, entre otras entidades, para que hagan el debido acompañamiento, atención y protección a las víctimas de acoso, de tal manera que se erradique este flageo social y desnaturalice lo antes posible del entorno comunitario.