La Nación
COLUMNISTAS

La naturaleza cobra

La terrible avalancha simultánea de las quebradas y ríos que cruzan desde el oriente a Neiva, Rivera, Campoalegre y Algeciras llenando de barro y palos calles y la vía principal al sur del departamento e impidiendo el tránsito normal entre los departamentos del Huila, Caquetá y Putumayo y de estos con el centro del país además de producir damnificados que hoy quedaron expósitos y con grandes dificultades para atender sus necesidades básicas, debe llevarnos no solo a atender esta emergencia sino a decidir acabar con lo que ha facilitado la presencia de estos acontecimientos: La construcción de unidades de vivienda cerca de los cauces de los ríos y quebradas, la causa principal. ¿Cómo empezó a incumplirse la norma de mantener un área, a lado y lado de tales cauces, de 150 metros? El origen data de la politización de los programas de vivienda por cuenta de las personerías municipales dominadas por los políticos, politiqueros mejor, que impulsaron la informalidad en la vivienda y, sin ningún reato promovieron la ubicación de tugurios en Las Ceibas, en Rioloro en el caso de Neiva, y en todos los municipios. Hace 30 años, como alcalde de la ciudad, comprobé uno de esos “planes de vivienda”, completamente irregulares en las Ceibas, cerca de Las Camelias; el piso de los tugurios era el lecho del río, lo cual constaté y, por fortuna y gracias al apoyo de la entonces directora del ICT, María Eugenia Rojas de Moreno Díaz, se adelantó un programa por autoconstrucción al norte de la ciudad sobre la vía al barrio Alberto Galindo, teniendo como beneficiarios a los habitantes del río Las Ceibas. Lo último que prueba que poco se ha hecho para evitar eventos como el del martes de la semana pasada es  la supuesta canalización de la desembocadura del río Las Ceibas pues antes de esto debió trasladarse a los habitantes que están dentro de las áreas irregulares y que pertenecen al río. Con esto, simplemente se oficializó la informalidad. El domingo pasado visité a Campoalegre y las viviendas que más sufrieron la avalancha fueron las cercanas a los cauces de las quebradas que generaron la emergencia. Igual ocurrió en Urrao, en Antioquia, dos años atrás, con lo que el problema es nacional.
Es urgente entender esta realidad y actuar para erradicar esta absurda estrategia que lamentablemente aún ocurre y que las autoridades parecen ignorar.