Las coordenadas de la paz

Años atrás J.M. Santos sostuvo que la legitimidad y el apoyo popular internos, tanto o más que la intencionalidad de las partes, son factores esenciales para el éxito de los procesos de paz. Como la legitimidad de nuestra democracia no se discute le toca al Gobierno  diseñar una estrategia dirigida a lograr suficiente consenso político y ciudadano para cuando se lleven a las urnas (como se ha prometido) los acuerdos de la Habana. El Presidente debe tomar la iniciativa para superar las tensiones propias de una contienda presidencial. Inadvertencias, como la exclusión del Partido Conservador de la delegación oficial, tiene que ser salvada más temprano que tarde.
 
En los frentes críticos al proceso hay actitudes recientes que expresan preocupaciones válidas por la paz. Las demandas del Procurador, reconocimiento de victimas, entrega de armas y no impunidad, fueron acogidas públicamente por el Presidente, con “savoir faire”, ya que no estaban explícitas en los documentos oficiales. La petición reciente de Ordoñez de no aceptar la cesación del fuego bilateral, disfrazado de descalamiento, que ahora pretenden las Farc, es otra coincidencia positiva y ha sido una condición del Gobierno desde los inicios de los  diálogos.
 
Asimismo, hay que analizar con atención la propuesta Uribe-Montealegre, más allá de si se está o no de acuerdo con ella. El ex Presidente ha dado un paso adelante, consecuente con la búsqueda de paz en su Gobierno. Además, debe recordarse que Marta L. Ramírez, morigeró la actitud de Zuluaga y abrió las puertas a  condiciones tolerables para el diálogo. Por todo eso, resulta pertinente la cita de Michael Schifer que trae Enrique Santos, en Así Empezó Todo:“Santos ganó la segunda vuelta, pero para él la más importante va a ser la tercera: la refrendación del acuerdo de paz”. 
 
La intencionalidad del Gobierno y la sociedad no ha cambiado y no cambiará. Queremos la paz, pero seamos claros, el conflicto se acabará cuando se callen los fusiles. Solo entonces se podrá emprender el camino hacia la reconciliación y construir la paz desde las regiones.
 
Las Farc, por su parte, alimentan el pesimismo nacional. Los destellos de civilidad que mostraron ante el secuestro del General Alzate, los trocaron pronto en las mascaradas de siempre. Sinembargo, están sentados a la mesa y se lograron ya acuerdos importantes. Sí. Es difícil que una organización totalitaria y violenta como las Farc comprenda que su futuro solo es posible en un país democrático y pluralista. Saben que su utopía de alcanzar el poder por las armas ha fracasado.

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