La Nación
EDITORIAL

Los diálogos de El Quimbo

El levantamiento del paro regional de Occidente y los acuerdos para discutir en mesas temáticas las distintas problemáticas generadas por la construcción del proyecto hidroeléctrico de El Quimbo, demuestran que las vías pacíficas y el afán de diálogo siempre primarán sobre las vías de hecho. El levantamiento del paro regional de Occidente y los acuerdos para discutir en mesas temáticas las distintas problemáticas generadas por la construcción del proyecto hidroeléctrico de El Quimbo, demuestran que las vías pacíficas y el afán de diálogo siempre primarán sobre las vías de hecho. El proyecto de El Quimbo será polémico hoy y durante mucho tiempo por las profundas implicaciones ambientales, sociales y económicas que tendrá en el entorno huilense, como lo fue en su momento Betania, que gozó en su época de mejor clima social tal vez porque las políticas ambientales y la conciencia sobre la naturaleza no tenían el alcance de hoy. Además, el proyecto, un paradigma opita,  siempre gozó de popularidad gracias a halagüeñas promesas sobre mejoramiento sustancial del servicio de energía en la región, grandes proyectos pesqueros y alto volumen de empleo. Los dos primeros siguen en mora de cumplirse y el tercero lo fue apenas en la etapa de construcción. Seguramente esos antecedentes marcan también la agitación ciudadana de ahora frente a El Quimbo, con evidente recelo y desconfianza. Lo que sigue, las mesas temáticas desde el 25 de enero, será un excelente escenario para medir a fondo los verdaderos alcances, impacto y futuro inmediato de El Quimbo, más allá de lo que ya han aprobado el Gobierno Nacional y autoridades ambientales que han permitido que la obra se inicie. Hay aquí unos intereses enormes en juego: los de miles de habitantes del Huila, afectados inmediatos, los de las generaciones presentes y futuras que recibirán el impacto ambiental por la hidroeléctrica, los de otros miles que han encontrado su empleo y unos más con una buena fuente de negocios lícitos para sus empresas. Y en medio de ello una multimillonaria inversión que redunda en el crecimiento del país, que se constituye en valioso ejemplo de confianza inversionista y deja buenos ingresos en impuestos. Se dirá hoy que las mesas de discusión debieron instalarse antes de comenzar la obra, antes incluso de la concesión de las licencias ambientales. Sí, debió hacerse para evitar ya sobre la marcha del proyecto esta fuerte agitación social, pero no se hizo y estamos discutiendo ahora con máquinas y obreros y tierra ya removida. No es lo mismo, se complica más cualquier salida pero deberá hacerse el esfuerzo, con toda civilidad y juicioso razonamiento. Lo concreto es que el proyecto no tiene reversa y se ejecutará en los plazos previstos.  Y debe hacerse, eso sí, garantizando las compensaciones económicas y ambientales. Y para comenzar, asegurar los programas de reasentamientos y la restitución de las actividades económicas, acordes con las dinámicas productivas para la población vulnerable, debidamente censados, como está consignado. Las mesas de concertación servirán para evaluar el cumplimiento de esas compensaciones y no para frenar el proyecto, como quieren algunos sectores.  Por eso la necesaria participación de todos los actores, incluyendo a la empresa Emgesa, cuyos voceros garantizaron su presencia. Debe ser un diálogo abierto, sin exclusiones, para examinar con juicio las dificultades y para encontrar soluciones. No para agravar la problemática. “Las mesas de concertación servirán para evaluar el cumplimiento de esas compensaciones y no para frenar el proyecto, como quieren algunos sectores”. Editorialito Varias denuncias se han venido registrando en Pitalito por la presencia de urbanizadores piratas. En otras localidades se conocen casos de supuestos gestores que vienen engañando a muchas personas, que ingenuamente caen en las redes de estas organizaciones. Y no pasada nada. ¿Hasta cuándo?