El departamento del Huila podría aumentar en más de una tercera parte la extensión de sus zonas de páramo, donde nace la mayoría de sus quebradas y ríos. Este crecimiento se daría si prospera la implantación de un estudio, diseñado a partir de una nueva cartografía que elaboró el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, encargado por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.
De acuerdo con ese estudio, Colombia tiene muchos más páramos de los que se creía. Se trata de 900 mil hectáreas nuevas de páramo, que pese a esta consideración hoy están desprotegidas, en razón a que el propio Ministerio no las ha adoptado como tales.
El hecho es que incorporar estas miles de hectáreas nuevas al mapa de páramos en el Huila y Colombia tiene múltiples implicaciones. No se trata solamente del hecho de contar con muchas más extensiones de terreno protegidas y por proteger. El reconocimiento oficial de más zonas de páramo podría frenar en seco la posibilidad de ejecutar proyectos mineros y energéticos, hoy controversiales, que implicarían su desarrollo en áreas protegidas, o cercanas a ellas.
Si se amplía esta frontera de páramo y, de acuerdo con la amplia legislación ambiental vigente, no es posible, por ejemplo, “ejecutarse trabajos y obras de exploración y explotación mineras en zonas declaradas y delimitadas” (artículo 34 de la Ley 1382 de 2010, que establece las Zonas Excluibles de la Minería); “…las zonas de páramo, bosques de niebla y áreas de influencia de nacimientos acuíferos y de estrellas fluviales, deberán ser adquiridos o protegidos con carácter prioritario…” (Artículo 16 de la Ley 373 de 1997); “las zonas de páramos, subpáramos, los nacimientos de agua y las zonas de recarga de acuíferos serán objeto de protección especial” y “en la utilización de los recursos hídricos, el consumo humano tendrá prioridad sobre cualquier otro uso” (Ley 99 de 1993).
Sin embargo, estas nuevas zonas, reconocidas ya en un mapa del Instituto Alexander von Humboldt, no aparecen ni figuran como reconocidas institucionalmente a través del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible. Aunque no hay una respuesta oficial a este interrogante, para sectores ambientalistas queda claro que hay oposición en algunos sectores del Gobierno nacional, por las consecuencias que tendría el no permitir el aprovechamiento minero en áreas hoy vedadas.
¿Y el Huila?
El Huila comparte zonas de páramo con vecinos departamentos. En las cordilleras Oriental y Central, hay páramos en límites con Cundinamarca, Cauca, Meta, Tolima y Caquetá.
Sorprendentemente, el Huila vería ampliados esos territorios en casi 300 mil hectáreas nuevas, y en algunos casos, representarían el crecimiento más grande del país.
Miraflores, una de las áreas de páramo más importantes del Huila.
Solo el páramo de Sumapaz, que territorialmente abarca parte de los departamentos de Cundinamarca, Meta y Huila, aumentaría en un 25 por ciento de extensión. Y hay más: Miraflores, en medio de una controversia por la vecindad de una futura explotación petrolera, en jurisdicción de los municipios de Gigante y Garzón, tendría el segundo mayor incremento de extensión en Colombia, al pasar, según el referente del Instituto Alexander von Humboldt, de unas tres mil a casi 20 mil hectáreas.
No hay aún una determinación oficial sobre la suerte presente y futura de este proceso de ampliación de las zonas de páramo, y de qué forma impactarán en la actividad productiva regional y nacional. Como mencionó LA NACIÓN en un pasado informe sobre la problemática de la deforestación, algunas de las áreas más golpeadas corresponden, precisamente, a áreas de protección que limitan con los páramos.
Será la decisión de las autoridades nacionales, en cabeza del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, y locales, con la Corporación del Alto Magdalena, las que permitan conducir a una protección adecuada de estos territorios, que culturas prehispánicas consideraron como sagradas.
Su importancia
Las cumbres montañosas en el Huila y el territorio colombiano son un componente importante para la existencia de ríos y quebradas. En las selvas de los Andes altos, en los páramos y los glaciares ocurren procesos de singular importancia para las distintas cuencas que allí nacen, en especial para regular los caudales aguas abajo.
El páramo es sorprendentemente frío y húmedo, generalmente cubierto de niebla o sujeto a constantes precipitaciones y a fuertes vientos. Este tipo de comportamiento climático alterna con días claros de intensa radiación; las noches son siempre muy frías y en las partes más elevadas (más arriba de 4.300 metros) con nevadas nocturnas muy frecuentes.
El suelo está generalmente saturado de agua; en extensas zonas es pantanoso, y pese a que nuestros campesinos están llegando hasta ahí, no es apto para cultivos. Sin embargo, las condiciones del páramo tienden a ser propicias para la actividad productiva en sus partes más bajas. Históricamente, los páramos colombianos han albergado a población indígena y campesina, en una búsqueda constante de tierras para cultivo y pastoreo y, en general, de un espacio para vivir.
El páramo comienza desde unos 2.800-2.900 metros sobre el nivel del mar, extendiéndose hasta una línea de 4.500-4.700 metros.
Zonas de páramo: su extensión actual y su crecimiento, Picachos.
Cerro de Miraflores.
Nevado del Huila.
Guanacas-Puracé-Coconucos.
Sotará.
Sumapaz-Cruz Verde.