La Nación
Persistencia de la estupidez 1 15 mayo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Persistencia de la estupidez

Jorge Guebely

Lo previó Platón, hace 25 siglos: la democracia es el peor de los gobiernos. Gobiernan los más mediocres, los más astutos, los más sofistas, los malabaristas de las palabras, los equilibristas del engaño. Gobierna Duque con su cohorte de mediocres: funcionarios oscuros, embajadores grises, ministros anodinos… Pavorosa gama de trivialidades, prueba fehaciente del inequívoco pensamiento político del filósofo griego.

Lo previó también el escritor francés, Gustave Flaubert. Lo afirmó lúcidamente en entrevista cuando el liberalismo llevaba más de 60 años de oficialidad. Aseguraba la consolidación paulatina de las nacientes Repúblicas y sus democracias. Preveía el peligro del voto, “pues, los más imbéciles elegirán sus gobiernos”

Lo vaticinó a mediado del siglo xix cuando ya Colombia era ya un buen ejemplo. 200 años después de su fundación, sigue eligiendo lo peor, ensalzando lo peor, adorando lo peor. Nada la libera de sus nefastas conservadurías, de su pesada mansedumbre: ni sus pavorosas guerras, ni sus horrendas decapitaciones, ni sus horrorosas y permanentes masacres, ni sus terribles miserias estomacales… Nada la redime del horror, parece vacunada a punta de terror.

Sin embargo, pobre fue la previsión de Platón. Nunca sospechó los gobiernos colombianos, no sólo son mediocres sino también podridos. Podrido el presidente que lideró e impulsó la reforma anticonstitucional de la ley de garantía para repartir podredumbre. Podrida la vicepresidenta quien se asoció con un presunto lavador de activos a favor de paramilitares. Podrida la presidenta de la Cámara, delincuente epónima en el plagio de tesis. Pavorosa banda de delincuentes oficiales, venenosas arañas encaramadas en las redes del gobierno.

Pobre también la previsión de Flaubert, la imbecilidad del votante colombiano parece infinita. Ninguna dignidad humana lo alienta, ningún desastre social le remueve su masa cerebral. Materia de carne y hueso contaminada por los excesos de ideología, por los excesos de terror, por los excesos de esperanzas, por los excesos de ignorancia. Sumidos en la pobreza material y humana, feria sus votos. Los negocia por tamales, por cincuenta mil pesos, por un cargo público, por una tóxica promesa.

Nada cambia su horroroso destino por confiar en sus verdugos. Nada cambia su futuro por no asumir su presente. Por embriagarse con el sueño de un honorable redentor: uno que vendrá de los cielos al final de los tiempos u otro que surgirá de las toldas podridas de las elites colombianas.

¡Mayúscula estupidez! ¡Inconmensurable estupidez! Hoy más que nunca razón tenía Einstein cuando afirmaba: “Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro”