La Nación
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Por aquí debemos comenzar

De acuerdo con la Cámara de Comercio de Neiva, la inversión en sociedades en el 2014 disminuyó a pesar de que el número de empresas constituidas aumentó. La información publicada por el Diario colega señala que la inversión en nuevas sociedades bajó de 33.512 millones de pesos en 2013 a 24.616 millones de pesos, una reducción de 26.5% a pesar de que las nuevas empresas aumentaron  4.7%.  En promedio, la inversión nueva por empresa fue de 28.8 millones en 2014 cuando en 2013 el promedio alcanzó 41.1 millones de pesos. En cuanto a aumentos de capital en sociedades establecidas, también disminuyó significativamente al pasar de 54.193 millones en 2013 a 27.717 millones, una reducción de 49%. Además de estas cifras, se disolvieron 120 sociedades con capital de 23.043 millones de pesos. La inversión Neta se ubicó en 29.290 millones, cifra realmente baja.

Esta preocupante radiografía en un sector empresarial tradicionalmente limitado, confirma el diagnóstico que presentamos en cuanto a la disminución de la formación bruta de capital un componente importante del indicador de productividad (el otro es la productividad laboral percápita, lo que produce cada trabajador huilense). Al 2005, la formación bruta de capital representaba el 4.02 del PIB del Huila. Ocho años después, al 2012, la formación bruta de capital solo representaba 0,76% del PIB, una reducción de 3 y medio puntos porcentuales y una tendencia contraria a la formación bruta de capital a nivel nacional que en el mismo periodo pasó del 20% al 24%. En productividad laboral los resultados son mejores pero insuficientes.

Atraer capital de riesgo, invitar al capital del Huila que salió en la crisis de la zona de distensión a que regrese para promover el desarrollo empresarial, uno de los factores de competitividad críticos calificados así tanto por la CEPAL como por el Consejo Privado de Competitividad, y gestionar mayor inversión pública es lo primero que debemos hacer para reversar los resultados que se muestran en las apuestas productivas a casi diez años de su puesta en vigencia. Hay una gran tarea por realizar y la reacción de los protagonistas a la presentación del diagnóstico es la de enfrentar la realidad y comenzar a implementar estrategias de redireccionamiento. Si coincidimos en la gestión y nos aplicamos en los seis años que faltan para llegar a la meta del 2020, el resultado final será diferente.