La Nación
COLUMNISTAS OPINIÓN

¡Revaluemos el 20 de julio!

Mario Andrés Huertas Ramos

El 20 de julio NO es la fiesta nacional de independencia. Así los manuales de texto, políticos, intelectuales, calendarios, periodistas y hasta la misma ley (60 de 1873) refuercen dicha creencia en la conciencia colectiva, me niego a reconocer -insisto- que esta fecha represente la independencia y mucho menos que haya sido un hecho aislado.

La Revolución Francesa produjo un cambio político que junto a la Revolución Industrial socavaron los vestigios de feudalismo que quedaban en Europa. Irrumpiendo Napoleón como hijo de las mismas circunstancias e invadiendo a una España que ya se desmoronaba buscando, para enfrentar dicha crisis, en unas Juntas de Gobierno la manera de no reconocer el gobierno de Pepe Botellas, hermano de Bonaparte.

Como efecto de los sucesos en Francia, Haití declaró su independencia en 1804 después de una larga rebelión iniciada en 1791 e inspirada a su vez por los EE.UU que habían dado ese mismo paso el  4 de julio de 1776.

En 1809 se desata la eclosión juntera y el 10 de agosto Quito da el primer paso, el 19 de abril de 1810 se levanta la Junta de Gobierno en Caracas, el 25 de mayo lo hace Buenos Aires, y Santafé de Bogotá que no es ajena a la interdependencia de los hechos levanta la Junta el 20 de julio, Chile lo hará el 18 de septiembre. En ese mismo mes, estalla el Grito de Dolores en México.

Demostrado así, que la conformación de nuestra Junta estaba conectada con el sisma revolucionario europeo, con la fractura española y la agitación hemisférica, el resto fue efecto dominó.

Lo que va a suceder ese viernes, día de mercado, es conocido por todos nosotros pero se debe recordar que esa Junta no proclamó ninguna independencia de España, mantuvo aparentemente el reconocimiento a un gobierno depuesto y esperaron a que los hechos fueran empujando las opciones para salir de la órbita española.

Lamentablemente, lo que vino fue una pugna personal entre los seguidores de Torres, por un lado, y los seguidores de Nariño, por el otro, desencadenando una serie de guerras que no le permitieron a la “dirigencia criolla” darle forma inmediata a un Estado independiente para afrontar lo que era inminente: una guerra con España.

Guerra que se ganó solo hasta 1820 en virtud del golpe de mano dado por Bolívar tras ganar tácticamente unas batallas otorgándole ventajas estratégicas para negociar y firmar los Acuerdos de Trujillo con el mismísimo Conde de Cartagena, o mejor conocido como Pablo Morillo.

Por lo anterior, mi tesis es que nuestra fiesta nacional debería ser el 17 de diciembre en razón a que, en primer lugar, El Libertador sanciona la Ley Fundamental hasta 1819 creando la República de Colombia (para algunos La Gran Colombia y que en documentos oficiales NUNCA se llamó así) y, en segundo lugar, porque el mismo Libertador, por gracia Divina, moriría ese mismo día pero en 1830.