La Nación
COLUMNISTAS

Solo el amor es digno de fe

El libro Santo nos dice que: “La fe sin obras no sirve de nada”. De diversas formas se proscribe en el mensaje divino un culto que no se traduzca en la conducta. Los cultos ruidosos son más espectáculo que vida. Con frecuencia tales expresiones de religiosidad encierran una profunda ignorancia y una manipulación de las conciencias por parte de sus “dirigentes”. Si en algo es débil el hombre, es en su cultura religiosa. Todo fanatismo es un flagelo para la humanidad, el peor de todos es el fanatismo religioso. La fe cristiana no necesita un departamento de publicidad para hacer mercadotecnia. Ordinariamente en donde hay mucho ruido, hay pocas nueces. La fe debe atraer por sí misma. Cuando se hace proselitismo es porque no hay convicciones verdaderas. En este mercado persa de religiones, consecuencia de una cultura “light”, cultura ligera, sin profundidad; el hombre quiere sentir antes que razonar. La sociedad de consumo exige mucha publicidad. Un producto de calidad se posiciona por sí mismo.

Alguna vez estaba el Dalai Lama en una conferencia en la universidad de Petrópolis, Brasil, y allí estaba entre los asistentes el teólogo católico Lovis Boff, quien le preguntó: “Santidad: ¿cuál es la mejor religión del mundo?”; -obviamente, pensaba el interlocutor, la budista-. Pues fíjense que no. Respondió Dalai Lama: “La que te acerque más al otro”. ¡Qué sabia respuesta! Se identifica plenamente con el mensaje de Jesús. Nuestro Maestro nos ha dicho que los otros conocerán a los cristianos, no por las creencias, sino por la vida que mostremos: “En esto conocerán los demás que ustedes son mis discípulos: si ustedes se aman”. Tal vez hemos hecho, -sin darnos cuenta- del mensaje del Maestro, más ´logos´ que vida. No sé si, de alguna manera, Marx tenía razón, siguiendo a Feuerbach: “La religión es el opio del pueblo”. Tal vez, los cristianos somos en parte, causantes del ateísmo y agnosticismo reinantes, sobre en ciertos círculos académicos y políticos. La hermosura del mensaje de Jesús lo pueden oscurecer los malos cristianos. ¿Por qué cayó el coloso Imperio greco-latino de su pedestal de orgullo y autosuficiencia? Por el testimonio de vida de los cristianos. Los cristianos no tuvieron que hacer guerra de guerrillas, derribar puentes y asesinar a sus “enemigos” para imponerse. El Edicto de Milán en el año 313 d. de C. es consecuencia del imperioso testimonio de la vida. Los soberbios, avaros a injustos emperadores no pudieron resistir el testimonio de vida de los seguidores de Jesús.
Hasta en su propia casa aparecían los cristianos. Algunas esposas, madres y abuelas, mostraban a Jesús. La cultura pagana tuvo que naufragar ante la vida de los discípulos del Maestro de Galilea. Lo que se impone por la fuerza, tiene poca duración. Los tiranos y dictadores han tenido un reinado corto. Los tristemente célebres aparecen por doquier, causando mucho mal a la humanidad. Pero a todo ´cerdo le llega su nochebuena´. Por la historia han desfilado tantos monstruos que han derramado mucha sangre: su fin ha sido trágico. Quien impone la fe o combate la fe, más temprano que tarde le llega la cuenta de cobro. Queremos más vida que argumentos gnoseológicos; queremos más hechos que palabras.
+ Froilán, obispo de Neiva.