La Nación
Un reto para educadores 1 15 mayo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Un reto para educadores

Obert Alejandro Ortiz

Desde la infancia, siempre admiré la pasión y emoción con la que algunos profesores (muy pocos) desarrollaban con gran esfuerzo su labor metodológica, didáctica y pedagógica en el aula para garantizar un verdadero aprendizaje de los estudiantes. Entendí, que el profesor que trabajaba con su inteligencia emocional al techo, era quién mejor desarrollaba su tarea y, contribuía no sólo en despertar el interés de quienes estábamos allí para aprender, sino qué gracias a esta facultad, respondíamos a los compromisos con mayor decisión.  En mi paso por el colegio y, posteriormente en la universidad, no perdí de vista esta admiración. Es de advertir que no había recibido algún curso de formación sobre inteligencia emocional, ni mucho menos de innovación educativa, ni conocía otras herramientas o disciplinas sobre el particular, dada mi calidad de simple estudiante. Tiempo después, ya en mi ejercicio de docencia, comprendí que un profesor, sí deseaba llegar a sus estudiantes, no sólo le era indispensable conocer todo lo que implica la teoría tri-cerebral, neurociencias, programación neurolingüística, emprendimiento, innovación, inteligencia emocional, entre otras competencias, sino que debía ponerlo en acción para lograr la atención e interés de los estudiantes en su proceso de formación. No obstante, lo que uno observa en la actualidad, es a un alto porcentaje de educadores que no le prestan atención al asunto y tampoco se entrenan en ello. Por eso, los comentarios de los chicos de hoy en cuanto que tal o aquel profesor es aburrido, no es innovador, está muy viejo, da pereza entrar a su clase, no quisiera pasar horas y horas con él o ella, fastidia mucho, etc. Máxime, en estos tiempos cuando tenemos niños(as), adolescentes y jóvenes desconcertados, irritables, inquietos, con bajo umbral de frustración, con el síndrome del pensamiento acelerado, que los pone, no el plano de los buenos estudiantes, sino de los que tienen problema. Es aquí donde surge el reto que plantea Augusto Cury, promotor de la teoría de la inteligencia multifocal (aquella que estudia la naturaleza, tipos, límites, procesos y dinámicas de la construcción y mantenimiento de los pensamientos) para que los planes de estudio se transformen y den paso a los educadores de la emoción, cuyo fin sea formar estudiantes pensadores, con conciencia crítica, líderes de sí mismos, con plena autonomía y no meros repetidores de información. En otras palabras, este autor le está gritando en silencio a todo el sistema educativo para que continuemos nuestro proceso de enseñanza, pero donde el estudiante aprenda herramientas básicas desde la más tierna infancia en ¿cómo filtrar los estímulos estresantes?, ¿cómo proteger la emoción?, ¿cómo administrar sus pensamientos, el papel de la memoria y la formación de pensadores?, ¿cómo pensar antes de reaccionar?, ¿cómo ser resiliente?, ¿cómo cimentar el yo como administrador psíquico? y, ¿cómo aliviar las tareas del yo?; que por no saberlo, está en jaque gran parte de la población traducido en problemas de salud física, mental y de aprendizaje y, cuya aceleración se produce por el exceso de estimulación en el uso de tecnología, juegos, actividades, información, etc. Es urgente educar para entrenar el YO desde la emoción. Sentencia: ¿De qué sirve una máquina de trabajar si perdemos a las personas que más amamos, sino tenemos una existencia tranquila, encantadora y motivadora?.